Las disputas generadas por el aparato de propaganda capitalista entre patriarcado-feminismo, taurinos-antitaurinos, carnivoros-vegetarianos aún siendo relevantes en cierta medida, suponen una oportunista cortina de humo y desvio del centro de atención -cuando la élite de poder ve peligrar sus intereses- de los temas más trascendentes y vitales para el individuo y la sociedad como la auto-gestión de la vida, la libertad en toda su dimensión y la democracia directa entre otras cuestiones.
Los intereses del Estado no son los intereses de la sociedad toda sino los de una parte de ella (cada vez más reducida), a saber, la de los políticos, altos funcionarios, empresarios, banqueros, aristócratas, nobleza, alto clero y de todo aquel grupo secreto o discreto que esté a su favor.