Fármacos para combatir la calvicie que provocan graves problemas sexuales y neurológicos, además de depresión y riesgo de suicidio. Los “crecepelos” en píldoras que están poniendo en riesgo la salud pública.
Propecia (cuyo principio activo es la finasterida) y sus genéricos se usan para el tratamiento de pérdida de cabello masculino (también conocida como alopecia androgenética) en varones de 18 a 41 años.
No hay que hacer un uso prolongado pero si se te cae el pelo puede que te lo receten de por vida, de hecho en el prospecto pone que se ha de tomar una píldora al día.
Dicho documento también ofrece una contradicción pues añade:
Es importante tomar Propecia durante todo el tiempo que su médico le indique. Propecia sólo actúa a largo plazo si se mantiene su administración”.
Así que si no te vale lo normal es que te lo retiren pero si te va bien te lo van a recetar durante mucho tiempo y por ello tendrás más papeletas para padecer alguna de sus graves reacciones adversas, por ejemplo:
Se ha comunicado infertilidad en hombres que tomaron finasterida durante mucho tiempo y que tenían otros factores de riesgo que pudieran afectar la fertilidad. Se ha comunicado normalización o mejora de la calidad del semen después de suspender el tratamiento con finasterida. No se han realizado estudios clínicos a largo plazo sobre el efecto de finasterida en la fertilidad del hombre”.
¿Y cuánto tiempo es “mucho”? Pues no está claro. Es algo subjetivo. La información oficial del medicamento, fabricado por el laboratorio Merck Sharp & Dohme, explica:
Para apreciar el efecto puede ser necesario tomar el medicamento durante 3 a 6 meses. Es importante que trate de tomar Propecia durante todo el periodo de tiempo indicado por su médico. Si deja de tomar Propecia, probablemente perderá el pelo que haya ganado en los 9 a 12 meses siguientes a la interrupción del tratamiento”.
Vaya que una vez que empiezas puede que no termines pues si ves que se te cae de nuevo el pelo conseguido gracias al producto tendrás la tentación o la necesidad de seguir tomándolo. Así lo explican algunos consumidores en los foros de internet. Hay quienes lo llevan tomando siete u ocho años…
Los citados efectos secundarios tienen que ver sobre todo con variados aspectos de la función sexual, lo que quizá llame la atención de buena parte de los hombres que lo usen pues el combate de la alopecia tiene un componente de búsqueda estética y de atractivo sexual.
Y como me escribe un lector, lo que no suele contarse sobre Propecia es que existen decenas de juicios por los daños que causa y se ha producido suicidios tras su ingesta pues entre otras cosas además de impotencia, problemas de líbido, problemas de visión y concentración, ofrece depresión severa e ideación suicida.
Como indican expertos en Farmacología como el que citaba en el post de ayer, Autoridades sanitarias que “perdonan” que se receten medicamentos alegales:
La implicación de los medicamentos en patologías comunes es muy importante. Los medicamentos producen enfermedades que no se distinguen de las otras”.
La enfermedad que sufren muchas de las personas que han consumido finasterida se llama Síndrome post finasterida y para tratarla no se ha encontrado un tratamiento eficaz.
De hecho, se conoce poco el problema; una de las hipótesis es que finasterida provoque alteraciones genéticas. Podéis saber más en la web oficial de la fundación que lleva el nombre del síndrome.
En ese enlace hay multitud de estudios científicos publicados sobre los daños de Propecia y sus genéricos, sobre todo sexuales y neurológicos.
Una de las últimas noticias que ha publicado la Fundación es que la finasterida estaría relacionada con un tercio del total de suicidios que tiene registrados la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su base de datos de seguimiento de reacciones adversas a los medicamentos.
Por último, destacar que el principio activo que nos ocupa hace ya años que se sabe que incrementa el riesgo de sufrir cáncer de próstata. Menuda joyita de tratamiento.
Dicen que no hay burro calvo, ni calabaza con pelo pero casi sale más barato comprarse un peine o raparse la cabeza que suele quedar muy atractiva la cosa.
También se puede hablar con Amador Rubio, el “Crecepelo”, un extremeño que vive en Villanueva de la Sierra, en la Sierra de Gata y ofrece desde hace años un “crecepelo” de cosecha propia.
Lo mismo no es tan “científico” como el preparado de Merck pero ofrecerá menos probabilidades de morir en el intento de tener barba en la coronilla.
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