El gran maestro uzbeco Rustam Kasimdzhanov, quien fuera campeón del Mundo de la FIDE en 2004, en los tiempos de la escisión, ha escrito una carta abierta a la FIDE y al mundo del ajedrez para presentar una propuesta en cierto modo revolucionaria: abolir las tablas y relanzar el juego como un deporte con verdadero atractivo para el público. Él mismo explica cómo sería posible. Ya se han producido algunas reacciones a su idea, pero por la extensión del documento prefiero posponer el debate para otro día. Eso sí, sería muy interesante saber qué piensan los aficionados.
Rustam Kasimdzhanov. Foto: Internet Chess Club
Queridos amigos del ajedrez:
Escribo esta carta abierta, dirigida tanto a la FIDE como a todos los que juegan al ajedrez, debido a la crisis en la que se encuentra nuestro noble juego últimamente. Esta crisis no solo se define por una insatisfacción general por parte de patrocinadores, organizadores y aficionados; también entre los profesionales el malestar es creciente. Han dejado de organizarse bastantes torneos tradicionales; en los que se mantienen, un número cada vez mayor de fuertes jugadores compiten por el mismo dinero. Al mismo tiempo, por todos lados se alzan voces para expresar serias preocupaciones por la falta de brillantez en algunos torneos del más alto nivel, con llamativas tablas cortas.
Para comprender las razones por las que nuestro deporte nunca ha llegado a las alturas que merece, me parece útil mirar un deporte muy similar al nuestro: el tenis. Ambos juegos presentan la batalla entre dos personas, que muestran una serie de armas técnicas en su lucha, compiten en velocidad y precisión, en paciencia y sabiduría. ¿Por qué, a pesar de esos evidentes parecidos, y pese a que mucha gente en todo el mundo dista de jugar al ajedrez correctamente, estamos a años luz del tenis en lo que se refiere al éxito dentro del deporte profesional?
Las razones son numerosas, sin duda, pero el principal problema, tal y como lo veo, es la existencia de las tablas como resultado en el ajedrez. Las tablas cortas (y yo también he firmado algunas) hacen que nuestro juego parezca una especie de actividad académica para iniciados más que un deporte. No pueden evitarse debido a que la preparación actual y la calidad inherente al ajedrez son tales que unas tablas, y en concreto unas tablas cortas, es el resultado más probable de una partida entre jugadores fuertes bien preparados. Aún así, en un torneo bien organizado, los jugadores de primera fila que regresan a sus habitaciones de hotel tras unas tablas de diez minutos no añaden ningún atractivo al ajedrez.
Volviendo al tenis, el principal atractivo es, tal y como yo lo veo, el hecho de que cada lucha individual produce un resultado; hay un ganador y un perdedor al final del día. Y todos los espectadores sienten emoción al ver, por ejemplo, a Nadal y Federer salir a la cancha. Saben que uno vencerá y el otro perderá. En resumen, para describirlo de forma gráfica, habrá sangre. Y habrá grandes campeones.
En nuestro juego, sin embargo, las cosas son distintas. También tenemos grandes campeones, pero su grandeza es a veces limitada a los conocedores de los entresijos del juego. Para tener éxito fuera de nuestro pequeño mundo, para conseguir portadas y televisión, además de financiación, necesitamos campeones que atraigan al público general, incluso al público que desconoce los entresijos del ajedrez. La racha ganadora de Novak Djokovic este año, por ejemplo, sencillamente no se puede igualar con una victoria en un súper torneo de ajedrez con 8 puntos de 13.
Y ahora llega mi propuesta. Si queremos éxitos, patrocinadores, público y nuestra parte del pastel, tenemos que abolir esas tablas en los torneos clásicos. Y no por la regla de Sofía (en los torneos con la regla de Sofía se producen tantas tablas como en cualquier otro); tampoco por la regla de las 30 jugadas, donde los jugadores a menudo se limitan a esperar el movimiento 30. Necesitamos algo completamente diferente. Como el desempate en tenis. Necesitamos un resultado. Todos y cada uno de los días.
Y así es como funciona. Jugamos ajedrez clásico, digamos que con un control de tiempo de cuatro o cinco horas. ¿Tablas? No hay problema: cambio de colores, 20 minutos para cada jugador y vuelta a jugar. ¿Tablas de nuevo? 10 minutos para cada jugador, cambio de colores y vuelta jugar, así hasta que haya un ganador, que recibe un punto, mientras el perdedor consigue su cero. La partida se evalúa de acuerdo con ese resultado. sin tener en cuenta si era clásica, rápida o relámpago.
De esta forma, las expectativas de la masa nunca se verán decepcionadas. Siempre habrá un ganador, siempre habrá sangre. Llegará una era de grandes campeones, ya que con este sistema habrá veces en las que Vishy o Magnus ganarán en Wijk aan Zee con 13 de 13 y habrá grandes rachas ganadoras cuando alguno de los grandes campeones enlace 50 victorias consecutivas. Entonces tendremos portadas.
Kasimdzhanov ganó la final del campeonato de la FIDE al británico Michael Adams en 2004
Mucho más que eso. Será bueno para nuestro deporte. No solo en cuanto a patrocinadores, atención y premios. Será esencialmente bueno para nuestro juego. La gente luchará muy duro con blancas para decidir la lucha en ese momento y no en una partida rápida con negras. En vez de ofrecer tablas en un final ligeramente favorable, para ahorrar energía y marcharse a ver una película, los ajedrecistas mostrarán toda su capacidad y ganarán esos finales. De hecho, eso desarrollará el ajedrez clásico.
Más aún. A menudo, los jugadores a los que corresponde jugar con blancas, cuando se sienten mal por la mañana, van a la partida con la actitud de «Hoy haré tablas». ¿Se imaginan lo que pasará con esa actitud? El ajedrez se convertirá en un auténtico deporte. Nos levantaremos para ganar o perder ese día.
Llegaremos al tablero listos para jugar al ajedrez. Y al igual que cuando vamos a ver a Federer (esa derecha que barre, ese cortado natural, ese servicio como un martillo y ese resto inmaculado) pasará en el ajedrez. Todos y cada uno de los días veremos a jugadores como Aronian o Grischuk presionando con blancas, sorteando los problemas con negras y mostrando algunas habilidades en ajedrez relámpago ante un público cada vez mayor. Eso es algo que me gustaría ver y jugar.
Firmado:
Gran Maestro Rustam Kasimdzhanov
FUENTE:http://www.abc.es/blogs/poker-ajedrez/