Propuestas para no sabotear los proyectos propios

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

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El fuego amigo es muy conocido en los círculos militares, se refiere a aquella situación en la que los disparos provienen del propio bando y es muy temido porque crea desconcierto y causa muchas bajas que se hubieran podido evitar. Generalmente se produce por fallos de coordinación que llevan a tomar como enemigos a los que no lo son, y el resultado es que las bajas se producen en el bando propio.

Cuando decidimos emprender, ya sea dentro de la propia empresa o por nuestra cuenta, tenemos que evitar generar fuego amigo que nos pueda llevar por caminos no deseados si no directamente al desastre.

Lo peor que nos puede pasar es convertirnos, sin quererlo, en nuestro propio enemigo y lanzar dardos envenenados hacia donde más duele: la moral. Emprender es una decisión que nos lleva a desarrollar un proyecto en condiciones de incertidumbre, de riesgo, de posibilidad de éxito y de error; y esto ya de por si es complicado de gestionar y puede serlo todavía más si permitimos que nos invadan pensamientos negativos que incrementen el nivel de inseguridad. Si somos capaces de identificar este tipo de situaciones de antemano cuando aparezcan tendremos mayores posibilidades de hacerles frente y neutralizarlos.

Los pensamientos negativos aparecen en los momentos más inoportunos y de manera preferente cuando estamos en horas bajas. Es como si quisieran hacer leña del árbol caído, o en los momentos en que tendríamos que estar celebrando un avance aparecen para aguar la fiesta. Son tóxicos porque emponzoñan nuestra existencia, muchas veces consiguen apartarnos de nuestros objetivos y lo peor es que somos nosotros mismos los que los fabricamos.

En el origen del mal está la semilla de la solución ya que, si nosotros los creamos, también podemos deshacernos de ellos conociéndonos mejor, tomando consciencia de lo que nos está sucediendo y teniendo a mano un botiquín de primeras curas para desactivarlos cuando aparezcan.

Veamos algunos ejemplos de pensamientos negativos dispuestos a convertirse en fuego amigo:

    No soy capaz. Después de estar años y años luchando en muchos frentes y habiendo demostrado que somos capaces de salir airosos de las situaciones más complicadas de pronto nos damos cuenta de que no servimos para lo que precisamente nos hemos propuesto con tanta ilusión. Y la idea del fracaso se asoma por el horizonte. Es hora de hacer un balance de nuestra trayectoria profesional hasta el momento actual y recordar cómo hemos hecho frente a situaciones similares. Esto ayudará a resituarnos y a no ver el presente y el futuro tan amenazantes; hablar con otras personas que hayan pasado por circunstancias de incertidumbre y por dificultades nos puede ayudar a encontrar el camino de la solución y volver a sentirnos capaces den si no comernos el mundo, por lo menos movernos sin miedo.
  • No estoy preparado. En un mundo en constante cambio. ¿Quién está suficientemente preparado? Los emprendedores tenemos el alma de director de orquesta, sabemos crear sonidos armónicos pero no somos virtuosos en ningún instrumento. Y mejor que nunca lo seamos, porque cuando esto suceda estaremos perdiendo visión y oportunidades. Cuando amenace el fantasma de la falta de preparación es recomendable recurrir a la experiencia para agarrarnos a nuestras auténticas palancas, el camino que hemos recorrido nos ha hecho indiscutiblemente sabios y a las personas que nos pueden complementar para llegar a alcanzar nuestros objetivos.
  • Yo solo no puedo con todo. Y nadie te lo pide. Busca ayuda en otros profesionales, reparte juego y vende tu proyecto con ilusión para que otros te acompañen y apoyen. El buey solo bien se lame del dicho popular no sirve para hacer negocios y las buenas alianzas pueden sacarnos de la soledad y de más de un atolladero.
  • Ya no se ni para que sirvo. Es un obús que muchas veces lanzamos a nuestro punto de flotación y no tiene otra finalidad que cargarnos nuestra propuesta de valor. Si antes de comenzar un negocio o un proyecto trabajamos a fondo la estrategia, y somos capaces de explicarnos cuál es nuestro propósito y cuáles son nuestras propuestas de valor, cuando lleguen las dudas podremos tirar mano de nuestro modelo de negocio para disipar dudas al instante.
  • No tengo carácter. O en otras palabras no sé por qué me he metido en esto. Los que somos aficionados a subir montañas tenemos más posibilidades de comprender esta situación ya que cuando llevas horas andando, sudando, hambriento y con los pies doloridos te preguntas que diantres estás haciendo allí cuando podrías haberte quedado en casa y lo más chocante es que la mayoría de veces has iniciado el camino con ilusión después de haber preparado minuciosamente el ascenso. La mejor manera de superar esta situación es tener una imagen clara de dónde queremos llegar y de dónde estamos en cada momento, poder visualizar la cima o los objetivos que nos hemos propuesto nos ayuda a disipar dudas sobre nuestra capacidad emocional para hacer frente a los retos y un buen mapa mental ayuda mucho a tener las cosas claras. Al final, cuando llegamos a la cima, la satisfacción por haber luchado para no desfallecer nos hace recuperar la confianza con creces y nos refuerza para aventuras futuras.
  • No me lo merezco. Es una frase con dos lecturas. La primera es que cuando las cosas van viento en popa aparece en nuestro pensamiento para quitarnos el derecho a triunfar. He tenido algunos clientes que de manera monótonamente periódica esperaban que llegara el momento de ser desenmascarados por su impostura ya que estaban convencidos que el haber llegado hasta sus puestos actuales no era más que un error de casting por parte de sus jefes o de sus clientes y lo peor de todo es que cuando ya se veían de patitas en la calle o en la ruina llegaba un nuevo ascenso o un nuevo contrato que volvía a llenarles de desazón. Yo he llegado a la conclusión de que este tipo de personas tienen un concepto tan elevado de lo que es potencialmente bueno, de lo que se espera que sean, que cuando se ven en la realidad, llenos de contradicciones, no se aceptan tal como son y se identifican como impostores a pesar de que los resultados lo niegan. Lo mejor es darse a uno mismo la posibilidad de equivocarse y tomar perspectiva de las situaciones. La meditación ayuda mucho así como poder contrastar el desempeño con alguien de confianza o con un mentor. La segunda lectura aparece cuando las cosas van mal y para no tomar responsabilidades sobre el asunto nos repetimos hasta la saciedad que no merecemos el trato recibido por parte de quien sea o, cómo no, del destino que nos tiene tirria: Vaya como si la cosa no fuera con nosotros. En este caso hacer un esfuerzo de lucidez para ver que tipo de responsabilidad tenemos sobre las cosas es de gran utilidad y pedir feed back al entorno puede aclararnos muchas cosas.

Vayan las cosas bien o mal no nos castiguemos. Somos responsables de los éxitos y de los fracasos y tenemos la posibilidad de asumirlo pero en ningún caso tiene sentido que practiquemos actos de sabotaje hacia nuestra persona y nuestros proyectos. Aprendiendo de todas las situaciones reforzaremos nuestra marca personal.

Fuente: https://excelencemanagement.wordpress.com/2017/11/12/propuestas-para-no-sabotear-los-proyectos-propios/

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