Una pena que en cada año de madurez de nuestra democracia pierda a la vez irremediablemente su sentido de ser. Una coincidencia inusual se debe a la incompetencia de nuestros políticos. A su vez, otra rara coincidencia tiene que ver con la educación del pueblo, cada vez más ignorante y desinteresado. Sin embargo, por extravagante que parezca también se da en un mismo tiempo y espacio otro hecho excepcional. La hipocresía de nuestros intelectuales. Pero mucho más curioso y singular no radica en las coincidencias anteriores sino en otra mucho más trascendental. La prostitución de la filosofía.
Gracias al enérgico sistema el pueblo español se ha mecanizado en una burbuja que gira sobre sí misma a la velocidad de la luz sin llegar a detenerse nunca. Nacer para estudiar y estudiar para trabajar. No es extraño en absoluto que la filosofía pierda su forma de ser cuando quiere convivir con el pueblo en la misma burbuja, en la misma velocidad. No le queda
más remedio que luchar contra el desinterés de un pueblo por un saber que no sirve para nada y sin embargo, aunque parezca mentira, es lo más valioso.Es por ello que los pilares de la democracia lo sustentan cifras, ecuaciones y algoritmos reemplazando ideales como la Libertad la Justicia y el Bien. Al pueblo español ya no le interesa la filosofía porque no le aporta nada en un mundo donde los valores no significan nada. La filosofía reclama su ser en un espacio donde desprecian su presencia, aburre su contenido y aborrecen su ser. Lo que antes era digno de admiración ahora se la desnuda y ultraja para persuadir y captar clientes como la necesidad del ciudadano por vivir para trabajar.
A día de hoy la filosofía no solamente la desnudan sino que también la prostituyen. Existe la figura del proxeneta que va dictando las normas fustigando a latigazos cada centímetro de su dignidad. Desgraciadamente aquel que pretenda iniciar un camino hacia el saber deberá conformarse con aprender un saber regularizado, normalizado, recortado, prostituido, manipulado e interesado.
Y por último, aquel iluminado que pretenda emocionarse con entender ¿qué es filosofía? En bachillerato le vendarán los ojos mediante publicidad y posteriormente, una vez cubierta la plaza en la universidad, le lavarán el cerebro para que sea su nuevo promotor. La filosofía no tiene cabida en este mundo y precisamente esto
tiene consecuencias que ya he descrito antes.