El doble 'sí-sí' a la independencia (Sí a Cataluña como Estado Independiente) venció con el 80,7% de los votos en la jornada del 9 de noviembre.
Lo mas grave de la jornada no fue el voto masivo, que superó los dos millones a pesar de que aquello era un simulacro devaluado y sin alcance, sino el hecho escandaloso de que las sentencias del Tribunal Constitucional no son de obligado cumplimiento en España, si eres político o tienes mucho poder.
Si la consulta fue realizada, si los mossos no recibieron las órdenes para identificar a los componentes de las mesas, si se utilizaron locales públicos para algo ilegal y si se utilizó dinero público para esa consulta fuera de la ley, ¿entonces para qué sirve el Tribunal Constitucional? La sentencia fue incumplida, no solo por los gobernantes catalanes, sino también por los españoles, que no cumplieron con su deber de "hacer cumplir la ley".
El espectáculo fue tan bochornoso que el asunto catalán es ya mas un motivo de vergüenza que de indignación para millones de españoles.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, consideró que el proceso fue un "éxito total" al haber votado más de dos millones de personas, que, en su opinión, dieron "una lección de democracia". Y es probable que tenga razón, porque el voto se realizó a pesar de las marrullerías y obstáculos tímidos impuestos desde un gobierno de Rajoy que siempre peca de cobarde y de pasivo, incluso cuando las llamas amenazan la santabárbara de España.
Las grandes preguntas son: ¿Y ahora qué? ¿Exigirán otro referendum? ¿Acaso va a detenerse el proceso de independencia? ¿Hubo prevaricación? ¿No hay motivos para detener a nadie, tras comprobarse el incumplimiento de la sentencia del Constitucional? ¿Hizo lo correcto el gobierno español?
Demasiadas dudas, sospechas y escándalo cívico. Lo único que quedó claro ayer es que Cataluña sigue avanzando hacia la independencia y que la España de Rajoy sigue acumulando vergüenza y fracaso.