Pues no lo pongo aquí al lado porque el de Vila-Matas también está en progreso. Pero, algo alterado por pronunciarme a la ligera, he decidido experimentar ciertas cosas en carne propia. Que nadie se asuste: sólo he decidido leer un libro de Eduardo Galeano. Ése del que tanto he leído hablar, el de la historia de América Latina. Quizás para fortalecer mi enorme y creciente escepticismo hacia la influencia española en el Cono Sur, que creo excesiva e ilegítima. Quizás para hacer la guerra en dos frentes a la vez: provocar a Pereira para que abandone su letargo (o sea, su hibernación) y confirmar mi beligerancia hacia el españolismo más rancio (tan en boga hoy, el que me mostró la enseñanza dirigida por el franquismo hasta los 14 años a mí, en el que asesinos genocidas eran descritos como heroicos conquistadores, en el que apacibles tribus indígenas eran señaladas como peligrosas y agresivas comunidades de salvajes), con esas dos premisas, me adentro en ese denso pero ameno ensayo que es Las venas abiertas de América Latina, dispuesto a asumir que lo que voy a leer va a dinamitar esos rancios principios. Luego, se amontonan las casualidades, esas coincidencias que tiempo ha yo llamaba señales. Hoy, miércoles 18, el suplemento de LV habla extensamente sobre la United Fruit y el comercio de plátanos, menciona pasajes de varios libros en los cuales se habla de la compañía. Curiosamente, llego al capítulo en el libro de Galeano donde se habla de la agricultura extensiva, del mal de los monocultivos, y se habla del azúcar, del café, del caucho, y, también de la United Fruit. Tres ya es multitud. Aún hay un cuarto indicio: Jean Ziegler, martillo desde la ONU de la defensa de la cultura frente al poder del dinero, aporta una frase de elogio en la contraportada del libro de Galeano. La señal es clara; la única duda radica en saber qué divinidad me la envía. Debo indagar y aclarar todo ese embrollo de los países de Sudamérica: los intereses, la delimitación de las fronteras, las relaciones entre los estados, su posición respecto a las grandes potencias, los orígenes de su población, su composición étnica, su renta por cápita. Las sagas de gobernantes y el grado de legitimidad en que han accedido al poder. Muchas cosas para tan pocos días. Lo sé. Pero es una cuestión meramente compensatoria de un cierto desorden que debo intentar contrarrestar. Estoy leyendo cuatro libros a la vez, completamente dispares pero entre los que intento establecer una madeja de relaciones. Ayer publiqué, acompañados de una frase patética, cuatro links con Youtube, simplemente porque, buscando combinadamente entre Shazam (qué puta maravilla el Shazam) y Youtube, iba encontrando canciones que me era imposible conseguir a través del Emule. También hablé de los XX, sin cosechar reacción alguna, factor que agravará mi sensación de ensimismamiento. Busco trifulcas y no encuentro trifulcas. Busco pretextos para escribir muchas veces la palabra trifulca y miro a mi alrededor: No hay trifulca alguna. Hay otros bloggers que apenas escriben, hay otros bloggers que escriben posts poniéndose en duda a sí mismos. Es 20 de julio, o sea, desde una perspectiva ibérica, faltan aún días para que todo se paralice, y venga ese temido septiembre y acerque ese temido 2013 (ojo, supersiticiosos, lo normal es que todos nosotros sólo vivamos un año acabado en 13 en nuestra vida: ahí está). Qué será de esto en agosto. Con los de aquí en la playa y los de allí bloqueados por el frío.