Este documental ha sido realizado y guionizado por Gabriela Martí, la cual presentó el vídeo, y está enmarcado dentro del proyecto de la Comunidad de Castilla-La Mancha de convertir la zona donde se rodó la película en una ruta turística alrededor de los pueblos que fueron protagonistas del rodaje hace veinte años: Ayna, Lietor y Molinicos.
El poliédrico documental, de casi una hora de duración, realiza, en clave de humor, un repaso a las localizaciones originales y cuenta con la participación de los habitantes de dichos pueblos que aparecieron en la película, mostrando imágenes de la película y realizando comparativas con su estado actual. El metraje está salpicado con declaraciones de los actuales alcaldes de los pueblos, el presidente de la comunidad, el director de la película original, José Luís Cuerda, y algunos de los actores que participaron en ella, como Enrique San Francisco, Antonio Resines, Fedra Lorente o Pastora Vega.
Además, se muestran otras iniciativas realizadas por parte del gobierno de Castilla-La Mancha para revitalizar la zona y fomentar el turismo, como fueron el concurso de cortometrajes Amanece que no es corto, la proyección de la película para celebrar el aniversario con asistencia de algunos de los actores protagonistas y de público disfrazado o la gestación del propio hilarante documental.
La película fue incomprendida y un fracaso en el momento de su estreno, pero ha ido adquiriendo notoriedad y fama hasta convertirla en una película de culto del cine español, contando con su propia página de devotos admiradores en las redes sociales; hasta tal punto que el desternillante documental ha contado con la participación de parte del equipo técnico de Amanece que no es poco y de su director, José Luís Cuerda.
La ruta en cuestión consiste en una visita a las localizaciones (algunas intactas desde el rodaje) más célebres de la surrealista película. En algunos puntos concretos se han colocado una instalaciones (que se han construido expresamente para este proyecto) que simulan las escenas más famosas y recordadas: el huerto de hombres (donde se han colocado unas estatuas enterradas en la tierra), la conversación con las calabazas o la entrada en el pueblo con el famoso sidecar, que ahora está colocado en un mirador.
Sin embargo, lejos de convertirse en un pesado publi-reportaje sobre la zona de la sierra del río Segura, el documental es una vuelta al espíritu de la película, con incontables momentos divertidos, que provocarán numerosas carcajadas en el espectador; dichos insertos están magistralmente distribuidos por el metraje, al igual que las actuales y desconocidas actividades que se realizan en los pueblos, como los conciertos de órgano o la escalada.
Os dejamos un vídeo donde pueden verse los primeros minutos del documental. Pero avisamos: ¡Es un sindios!
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