«La noche se adueña del Parque de Berlín»,
Si yo pudiera descifrar las claves
de este misterio que es vivir y verlo
con claridad para después saberlo
contar aquí... Si mis palabras, graves de levedad, enfermas de ternura
y de torpe altivez, fueran la senda
que llevara al rincón de la leyenda
dolorosa el amor que no se cura sino con la presencia... Y sus confines
fueran los mismos nombres y motivos
que hacen que el verbo al verlos se reencarne... Si mis palabras fueran tan afines
a las cosas que, en todos los sentidos,
pudieran en verdad hacerse carne... Entre la voz y el mundo no hay frontera:
sólo un abismo. Que está dentro. Y fuera.