Año 2.583 de la Era de Marte. Usha Leber respira por primera vez, de forma oficial, el aire de un planeta Marte al fin terraformado. Un nuevo paso para la humanidad. Una meta, de miles de años, que la especie humana ha conseguido culminar. Ahora, toca empezar una nueva era. Abrazar el futuro, así como la evolución social y política que nos ha llevado hasta este hito histórico. El comienzo de una nueva civilización. La expansión terrícola hasta las confines del universo ya no parece un imposible. El Proyecto Marte era un sueño, y por fin, ha visto la luz ¿Qué será lo siguiente?
Articulada a modo a fix-up, dando retazos del antes y después de que la terraformación marciana fuera oficial y posible, Salart construye un universo compartido de relatos autoconclusivos que comparten constantes referencias cruzadas. Tecnología, personajes, hechos. Relato tras relato, la novela va resolviendo cada interrogante a la vez que dibuja un mosaico general sobre la colonización humana en Marte. Cada relato se retroalimenta de los anteriores. Desde la gestación del Proyecto Marte hasta la consecución de la siguiente Era humana, cada personaje coloca una nueva pieza para completar este puzle de miles de años.
Las narraciones de cada relato se van configurando para dar forma a todo el universo creado por Salart. Es pues, Proyecto Marte, más una novela de ideas y especulación que de personajes. La mayoría de relatos son testimonios, documentos o bitácoras que anteponen la profundidad de cada personaje en pro la información. Es por eso que el tono de la novela es más bien frío, generalista, con la intención de dejarse llevar por la sensación de maravilla antes que por la emoción de sus personajes. No me entendáis mal, también hay espacio para historias más cercanas, lacrimógenas y emotivas, como la de Isaac y Amina, o la de Aristide (mis favoritas), pero no es lo que prima.
Proyecto Marte es un libro construido de forma orgánica, donde cada salto adelante y atrás en el tiempo complementa la información que ya poseíamos. Su tono general y discursivo, donde explica los acontecimientos más que los vive, hace que su envoltorio especulativo sea el más destacable de todo. Naves espaciales, ascensores gravitatorios, bioimplantes, criogenización, consciencias cuánticas o terraformación. Sin embargo, su contenido no podría ser considerado hard, o porno para ingenieros como me gusta llamar. La ciencia ficción de Lluis es cercana, creíble, posible e inspirada en gran parte de la literatura, cine y televisión que hemos consumido estos últimos años. Los guiños son numerosos, pero agradecidos.
Sin embargo, entre tanta idea y tecnología, cabe espacio para la humanidad. Por que Proyecto Martetambién habla de la naturaleza humana como telón de fondo: del amor, el odio, del sacrificio, el racismo o la intolerancia. Tampoco deja de lado las luchas políticas de poder, los costes humanos de una guerra, y la importancia de explorar fronteras juntos para evolucionar. Los saltos temporales de Proyecto Martepermiten a Lluis explorar, de forma científica, ética y social, la evolución cíclica de la humanidad. Desde una perspectiva bastante optimista, cabe decir. Aquí un juntos podemos vence por encima de todo. La simbiosis y la colectividad humana como fuerza para un motor que nunca puede detenerse: la evolución
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