En este momento tengo más libros de cocina entre las manos que en toda mi vida. La razón: que estoy preparando los talleres que impartiré dentro del programa LecturArte, así que ando en busca de inspiración. Por eso (y con permiso de Isi, aunque la verdad es que me guío por la ley de hechos consumados), voy a hacer la entrada para el Proyecto Isi de enero a mi manera: en vez de reseñar un libro de cocina, tal cual, voy a enseñarte los tipos de libros que estoy manejando. Por un lado, tengo libros de recetas para niños. Todos proponen recetas muy sencillitas (algunos, incluso, sin fuego) para que los más pequeños se vayan familiarizando con el arte de cocinar. Muchos coinciden en el tipo de recetas y alguno atina poco (creo yo) con lo que puede hacer un niño (¿una paella?? ¿En serio??) pero, en general, aportan ideas muy jugosas que espero poner a la práctica en el taller. En esta categoría entraría también el libro que está a la derecha de la foto, el de recetas de Dora, que le compré a Lucía y que ya te enseñé en su momento. Del de cake pops también se puede sacar alguna idea... Una segunda categoría sería la de los libros que juegan con la comida, que ilustran una historia con diferentes alimentos que crean originales composiciones, como estos... En tercer lugar estarían los libros que incluyen algún alimento en su interior, que hablan de cocina o de comida. O algunos que, como el de la izquierda, utilizan la comida como elemento de base para crear poemas surrealistas que poco tienen que ver con la cocina en sí, aunque me gusta el juego que proponen. En cuarto lugar, también estoy manejando libros que hablan sobre alimentos, que tratan de enseñar a los niños su origen, el proceso que siguen hasta llegar a nuestras manos, las diferentes formas en las que podemos encontrarlos, etc. Intento completar mi visión con textos más teóricos que aportan ideas sobre la relación de los niños con la comida. Y también estoy manejando libros de recetas pensados para los niños, para hacer comidas sanas que a los niños les entren por los ojos. Es decir, de lo que se trata es de echarle un poco de imaginación a la presentación de los alimentos para que los niños entren en el mundo de la comida por el camino de la imaginación (en mi caso, de los cuentos). Estos dos los he comprado esta Navidad en Carrefour pero los he visto en más superficies comerciales. Y a buen precio: cada uno no llega a los nueve euros. Para ayudarme en todo este lío en que me he metido cuento con dos juegos geniales que Papá Noel le trabajo a Lucía de parte de su tía y con los que ya hemos pasado buenos momentos. Me encantan porque incluyen utensilios, consejos y recetas. ¡Muy completos! Y acabo esta recopilación como Isi manda: con una receta que hemos elaborado. Digo hemos, porque está claro que si estoy hablando todo el rato de cocinar con niños... la receta la hemos hecho Lucía y yo. Aunque advierto que la hemos hecho un poco a nuestro modo. A estas alturas, seguro que ya sabes que Lucía nació el 6 de enero, así que llevamos ya unos años que nos toca discutir porque lo tradicional ese día es comer roscón (y a su padre y a mí nos encanta) pero ella quiere tarta... aunque luego nunca la come porque no es muy golosa. Este año le dije que no había tarta porque luego me toca a mí comerme el roscón, la tarta y todo lo que se me ponga por delante... y claro, luego la báscula llora cuando me subo (o lloro yo, que para el caso es lo mismo). Así que este año dijo que en vez de tarta quería cupcakes (sí, somos adictas a Guerra de Cupcakes). Así que nos pusimos manos a la obra. Cogimos una receta básica de magdalenas de chocolate del libro Dulces divertidos... pero en vez de decorarlas como sugería el libro, utilizamos los moldes de su juego de galletas y tartas, fondant que compré en el supermercado y colorante alimenticio en gel. También intentamos hacer bombocitos de chocolate para ponerlos encima de las magdalenas sin chocolate que hice siguiendo mi tradicional receta para bollo de yogur (tres huevos, dos yogures, la medida de un yogur de aceite, la medida de dos yogures de azúcar, la medida de tres yogures de harina y medio sobrecito de levadura)... pero a la vista está que no me salieron bien. Tendré que repetir. En definitiva, que pusimos las velas sobre esto: ¡Y estaban ricas, oye! Si algún día te animas, cuéntame cómo te quedan. Nos seguimos leyendo.