Volvemos a la serie dedicada a la Psicología Social en el que he tratado de plasmar un poco de teoría para luego aplicarla a la realidad.
Ya vimos una entrada dedicada al choque cultural y otra al racismo. En esta ocasión he considerado interesante dar una pequeña explicación acerca de los procesos de aculturación. Hay muchas definiciones para esto, y para simplificarlo y hacernos una idea, un proceso de aculturación se da desde el momento en que entramos en contacto con personas de otra cultura. Atención a esta definición porque significa que la aculturación se da tanto en los individuos de la cultura minoritaria como en los de la cultura mayoritaria. Las definiciones de aculturación tradicionales, sin embargo, expresan que el proceso de aculturación solo se da en el grupo minoritario.
Una de las teorías sobre aculturación más populares viene de la mano de John C. Berry a mediados de los años 70. Para caracterizar las distintas estrategias de aculturación, este investigador y sus colaboradores proponen su modelo en base a la respuesta a dos cuestiones:
¿Es importante relacionarse con los miembros de la sociedad dominante/de acogida?
¿Es importante mantener la identidad y características culturales?
De aquí salen las cuatro estrategias de aculturación posibles (haced click en la foto para ver mejor las letras).
No me digáis que estas palabras no os suenan :)
Vemos por tanto que la integración es convertirse en parte integrante de la sociedad de acogida manteniendo la identidad cultural de origen.
La asimilación es la orientación hacia la sociedad de acogida abandonando la identidad cultural original.
La segregación denota la no relación con la sociedad de acogida.
La marginación es la pérdida de contacto con la sociedad de origen y con la de acogida.
Mi estrategia de aculturación
Evidentemente no es lo mismo emigrar a China que dentro de la Unión Europea, por tanto la integración es más fácil, pero siempre hay cosas a las que nos hemos de acostumbrar.
Fuera de nuestras fronteras no podemos hacernos los remolones y salir a hacer ciertas compras a las 7 de la tarde porque nos lo encontraremos todo cerrado. Se trata de admitir que llevan horarios distintos. Solo quedan dos opciones, quejarse o adaptarse. Yo nunca me he quejado pero he visto gente que lo hacía. Evidentemente no quejarse del estilo de vida en otro país es signo de integración.
Tuve también un sentimiento como de no querer llamar la atención. Pensaba que cuanto menos se notara mi presencia más podría pasar por ser una persona integrada y que los nacionales me aceptarían más. Digamos que de puertas para adentro era más española.
En lo que no me integré en absoluto fue en el estilo de comidas, más que nada en lo que se lleva la gente para comer al trabajo. Allí al medio día con un sandwich van que chutan. Pues yo no, iba con mi primer plato y mi segundo plato, preparados por mí. Increíble que todo el mundo mirase mi comida. Y ya si comes pescado, increíble la cara que te ponen. Es muy distinto de lo que ellos hacen y por ello suelen evocar la comida española y todos esos tópicos de que todas las españolas cocinamos bien.
¿Quieres hacer amigos en tu país de acogida? Diles que te encanta su país y que te vas a quedar toda la vida. Si les dices que tu estancia es temporal no te harán ni caso. A nadie le gusta tomar cariño a una persona para después tener que decirle adiós.
En definitiva, mi sensación es que cuando estaba fuera de mi casa hacía lo posible por ser uno más, pero de puertas para adentro salía mi cultura española con más fuerza que nunca.
La estrategia de aculturación de los gobiernos europeos
Por lo que acabamos de ver anteriormente, está claro que el proceso de aculturación óptimo es la integración. Pero ¿es esto lo que les interesa a nuestros gobernantes?
Hace tiempo que se habla de Francia como un país que claramente ha adoptado una política asimilacionista. En mi opinión, en muchos países ha sido así, al menos en Europa. En el artículo sobre el prejuicio racial que he enlazado anteriormente, hay otro enlace hacia la noticia de los disturbios acontecidos en un barrio de la periferia de París ocupado mayormente por originarios del África francófona. Una de las quejas principalmente de la gente joven era la falta de oportunidades y discriminación cara a acceder un empleo. Se trata de jóvenes que han nacido y crecido en Francia, pero cuyo nombre y color de piel no da el pego de francés por ser sus padres extranjeros. Es normal que se sientan así, ya que ellos se sienten tan franceses como cualquiera. Todo esto muestra el fracaso de los procesos de aculturación tal y como los de arriba los aplican.
¿Ocurrirá o ya está ocurriendo esto mismo en España?