Psicología y literatura: la insoportable levedad del texto subyacente

Publicado el 12 marzo 2013 por Franciscogarciajurado
A menudo nos empeñamos en buscar los textos que pudieron inspirar a los escritores modernos. No afanamos en encontrar lo que les inspiró antes de ponerse a escribir, y después observamos la fidelidad con respecto a su original. El mito de las "fuentes" literarias inspiró al siempre genial Pedro Salinas una irónica etiqueta: la crítica hidráulica. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO
En cierto momento de mi lectura y estudio de la poesía de Borges di con uno de los poemas que más me han conmovido en mi vida:
“Sin que nadie lo sepa, ni el espejo,
ha llorado unas lágrimas humanas.
No puede sospechar que conmemoran
todas las cosas que merecen lágrimas:
la hermosura de Helena, que no ha visto,
el río irreparable de los años,
la mano de Jesús en el madero
de Roma, la ceniza de Cartago,
el ruiseñor del húngaro y del persa,
la breve dicha y la ansiedad que aguarda,
de marfil y de música Virgilio,
que cantó los trabajos de la espada,
las configuraciones de las nubes
de cada nuevo y singular ocaso
y la mañana que será la tarde.
Del otro lado de la puerta un hombre
hecho de soledad, de amor, de tiempo,
acaba de llorar en Buenos Aires
todas las cosas.”

Supe a partir de entonces, como si de un exégeta bíblico se tratara, que en este poema subyacía un verso de Virgilio: "sunt lacrymae rerum". Las lágrimas de las cosas, o las cosas por las que llorar, se desarrollan de manera conmovedora en este delicioso poema a partir de una enumeración caótica. ¿Dónde está Virgilio en el poema de Borges? La cuestión se parece a lo que Platón se planteaba con los juicios analíticos: cuando sumamos uno más uno, dónde están luego estos números en la síntesis del dos. Este el problema del texto subyacente, o del hipotexto, que en realidad ya "no existe como tal texto". Pasa a ser una suerte de materia prima que se metaboliza en el nuevo poema, se convierte en proteína literaria. Por ello, cada vez me parece más ilusoria la metáfora de la "fuente literaria", que presupone la presencia material del texto previo en el texto posterior. Lo que Genette llamó "hipotexto" no equivale al término "fuente". El primer término pertenece a una concepción estructural de la literatura, mientras el segundo es fruto del positivismo del siglo XIX. El hipotexto no es un texto físico, sino mental, y se trata de un texto dinámico y variable (frente al texto fijado de antemano y por escrito). Por ello, cuando indagamos en los hipotextos virgilianos que aparecen en Borges encontramos tantas mutaciones. Muchos especialistas han hecho un uso abusivo del término "hipotexto" sin saber realmente de su insoportable condición inmaterial. Lo han considerado un mero sinónimo de "fuente", una forma más moderna de renombrar esta vieja etiqueta del positivismo. Sé que es difícil convencer a un pez de que vive dentro de una pecera, pero, créanme, no por ello deja de vivir dentro de una pecera. FRANCISCO GARCÍA JURADO