No me di cuenta de vivir en el Paraíso y despierto con las voces poéticas, cristalinas al jadeo sonoro del saxo soprano, vientos parecidos al clarinete, poderosa vibración, ejecutada por don Carlos Bonilla al ingresar, a la Biblioteca de Paraíso –en estreno por XVII Encuentro de Poetas y no Poetas Café sin Azúcar’’ el 20 de abril del 2024–, en silencio nos abrazan fraseos, y sentía crujir alitas, efluvios que iluminan goces al paladear suspiro limeño.
Los espacios se energetizan y nada es imposible al vuelo poético, color, sonido, respiración conjunta de poetas, narradores, dibujantes, imágenes proyectadas por Bocetos Project -grupo de música urbana, aullidos de tardes-noches Josefinas. Son tres amigos desde niños: voz y armónica: Walter García; guitarra: Juan Carlos Alfaro; batería y percusión: Jorge Villalobos; (caracoles, palo de lluvia, marimba) que ilustran las interpretaciones con imágenes, previos dibujos, y así viajamos con Juan Miseria (la Unicef cuenta 40 millones de niños y niñas pobres, y de esa suma hay 25 millones en América Latina).
Con la segunda crónica musical Muñeca, en las décadas de los 60, 70 y 80, con el «aguanta fijo» (aguanta hambre de migrantes del campo a la ciudad, nos revela eternas resistencias) se alza una mujer y «tenía que ser mujer», corean misóginos, la musa Aída Carvajal nos honra al tomar el toro por los cachos, se gana la vida breteando, laborq en el día con ventas de periódicos por el Parque Central, habita en la primera invasión a la propiedad privada, finca en El Cafetal de Hatillo centro y hoy, 25 de julio; pueblos insumisos, del Hatillo rebelde San Sebastián, que hoy luchan por elnderecho de tomar agua dulce…
Sí, tenía que ser mujer, ruda, linda, apasionada del laburo, alias Muñeca, limpiecita con su delantal, vende flores violetas como promesa de amor; Muñeca, carita tristona, te veo en la pantalla y das un dardo directo y, muda yazco, mi cuerpo danza dolores de hambrunas que se prolongan al magnetismo Vallejiano, volátil armonía celestial… ¿cómo es posible sobrevivir al Paraíso en tus brazos?
¡Ay!, poeta Aracelys me pongo los tacones o descalzo a la escucha de voces con timbre, tono, duración, volumen, velocidad y ritmo diferentes, que nos sanan y motivan, abanican con los poemas Erógena de Luisiana, Marlene, Eliette, Rodrigo, Mario, Gladis, Miguel, Laura, Ligia, Margarita, Ronald, Ana, Vera, Katia, Canuto, Alejandro, Balkis, Melissa, Isacc, Trevisia…, con un acordeón ventoso, caja toráxica amante, fuelle que revuelve y levanta vértigos, tangos del Sur, sur profundo con el magistral tañedor Jorge Andrés Salas.
Mis hermanos y hermanas poetas cantamos los versos en únicas respiraciones irrepetibles a la apertura del poeta Alejandro Madriz y conducción genial del gestor cultural Hernán Fernández, que invita a don Edison Valverde, quien da un espaldarazo con un recuento histórico y aboga por seguir caminando con los sueños …
La maravilla del vivir sin hacer daño, sin esperar reconocimientos posibilitan desapegos y todavía muchos seres necesitan aprobaciones para existir y no se dan cuenta que la vida se nos va, dejen vivir sin juzgar. Este encuentro posibilita nuevas vidas, equilibrio con la madre Tierra, al ser cocreadores de todo y teraperar en Paraíso 20, sábado curador para vivir sin cargas. La vida es una obra de arte, y las estrellas y el universo nos regala in situ esencias al metamorfosear el alma. Al unísono todas y todos compartimos, sin mezquindad, con alegría cada respirar, amar en el Paraíso terrenal.
El filósofo Fernando Savater agrega: «Estamos programados para autoprogramarnos y con esa moral y con esa ética que inducen a buscar un sentido a las acciones humanas, intención de dar sentido a la acción humana» o quizás sea inútil buscar las cinco patas al gato y de lo que se trate sea vivir sin hacer daño ni dar explicaciones a nadie. Aquí resuenan acuerdos tácitos con la integración de las artes, hilada en conjunto al poner su «azúcar» íntimo, como Celia Cruz: «Azúcar/ Dulce azuquita/Dulce como la miel/Te quiero solo a ti’».
Pude registrar vibraciones armónicas de cada ser al entregar ofrendas al Paraíso, despojarse de karmas, resistencias que ayudan a crecer esencias espirituales, chispa radiante al remirarnos compasivamente… ¿y cuánto falta?; pero, si es posible, aunar esfuerzos, grupos con formas y estilos disímiles al recrear poético. Darnos cuenta al ser ríos y delegar, soltar, abrazar, hablar…
En el Paraíso renacimos con nuevas perspectivas y admiro el trabajo mancomunado con la integración de las artes y la tecnología, incluida la IA, metamorfosis que nos avistan estar de paso, y bienvenidos renaceres inclusivos con más festivales de poetas y no poetas Café sin azúcar en todas las provincias y cantones con movimientos culturales articulados.
Soñamos con la integración multiétnica y pluricultural, con voces indígenas, afrocaribeñas, zonas precarias, con una Revolución cultural y a Reinventar el amor y la poesía…
Rosa Anca