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Publicado el 07 febrero 2012 por Cronicasbarbaras

Nacido en 1946, el nuevo presidente del PSOE, José Antonio Griñán, lleva su nombre en recuerdo del fundador de la Falange, lógico en el hijo de Octaviano Griñán Gutiérrez, por entonces oficial del cuarto militar del General Franco.

El nuevo Secretario General del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, también es hijo de un militar que se levantó con Franco para hacer la guerra civil.

Perdió el revanchismo guerracivilista que volvía con Carme Chacón, que presumía y exhibía el nombre de su abuelo rojo anarquista, y heredera de Rodríguez Z., el rojo nieto del fusilado capitán Lozano que ocultaba a su otro abuelo, el franquista doctor Zapatero, del que sin embargo usaba el apellido.

Chacón además exigía al PSOE que, aun siendo un partido español, “tuviera acentos” de las regiones, especialmente de la poderosa catalana.

Venía del Partido Socialista Catalán (PSC) que dirigió el ruinoso Tripartito, el que ahondó la inmersión lingüística, que firmó el Pacto del Tinell, y que apoyaba las crecientes provocaciones independentistas de ERC, su aliado.

Con ella el futuro del socialismo español prometía ser una jaula de destructivos visones con las puertas abiertas por ecosocialistas y perroflautas antisistema.

Finalmente, se impuso la E del PSOE: Rubalcaba parecía más sensato que la socialnacionalista, y lo eligieron para evitar un nuevo zapaterismo suicida.

En su toma de posesión Rubalcaba advirtió que los miembros de su Ejecutiva Federal son de distintos lugares y edades, pero que no están para “sentirse representantes de ningún territorio ni de ninguna generación”.

Conserva cierta paridad, veinte hombres, dieciocho mujeres, y pierden poder y visibilidad los zapateristas exhibicionistas de los bien subvencionados lobbies gay y del feminismo chuleta, estilo Zerolo y Pajín; también desaparecen bastantes vividores del parasitismo oenegero.

Rubalcaba ya no tiene que esconderse avergonzado tras oír ocurrencias zapateriles, como la de que “la nación española es discutida y discutible”, y quizás fue su oculta influencia neutralizadora la que evitó que el desatinado Z. hiciera triunfar el socialnacionalismo chaconero de Carme, a última hora la Chaconera andaluza.

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