El otro día mi amigo Carlos me pasó por Whatsapp unos típicos anuncios de hace décadas. Tras mirarlos por encima le dije que eran muy buenos, pero que ya los había publicado en el blog,
Hoy sin embargo, los he encontrado en la galería de imágenes de mi teléfono móvil y me he dado cuenta de que la mayoría eran nuevos para mi, y que son una joya que no tienen desperdicio.
Además de ver la forma en la que se frivolizaba en la publicidad de hace décadas, donde podemos ver a niños beber cerveza, tratar estereotipos hombre/mujer con su toque extremadamente sexista o ese olor a rancio y a casposo muy típico de una sociedad machista y que hoy sería vista como retrógrada (pero ojo, a cada época hay que medirla con la vara de medir de ese momento, y no verlo con las gafas de lo que hoy vemos y vivimos)
Sea como fuere, os lo dejo a continuación. No tienen desperdicio