A los que nos encanta la publicidad y somos un poco frikis de las campañas de marketing, es muy frecuente que acabemos debatiendo sobre diversos tipos de temas. Uno de ellos es sin duda el “eterno debate” entre publicidad emocional o friki.
Seguro que los que me conocéis de escribir en Social Underground ya sabéis de qué pie cojeo. Y es que sí, la publicidad emocional me flipa tanto como a otros ver un poni bailando el Moonwalking de Michael Jackson. Sin embargo, dejando de lado los aspectos más superficiales de ambos estilos de publicidad… ¿Qué es mejor? ¿Es la publicidad emocional mucho más efectiva? ¿Son los anuncios frikis mucho más virales que el resto?
Desde luego la respuesta para mí está clara: no hay jugadores ganadores, pero sí equipos ganadores. Dicho de otro modo, ambos estilos son perfectamente capaces de conseguir sus objetivos siempre y cuando conecten con los usuarios (y he ahí la clave). Lo más importante y fundamental es lograr establecer esa conexión, y en ese sentido tanto la publicidad emocional como la más bizarra son capaces de lograrlo. Lo importante no es tanto el estilo del que se trate sino del concepto y su ejecución. Si conecta con el usuario, cosa muy difícil, puede que tengamos un potencial éxito viral.
Bien es cierto que, desde mi punto de vista, una campaña emocional es mucho más asequible para el usuario, resulta más fácil para el espectador sentirse reflejado o identificarse con el mensaje y/o la historia, y tiene mayor potencial de viralización si consideramos que el público es más amplio que los fans de campañas más bizarras. Pero es innegable también que son muchas las campañas transgresoras que se han convertido en todo un éxito viral que todos aún recordamos. Además, tampoco hay que irse a extremos exagerados. ¿Os acordáis de “¡¡¡Un palo!!!”? Gran anuncio donde los haya y por increíble que parezca, sí, ¡todo por un palo!
Para mí campañas como la de Dewar’s del año pasado con #LiveTrue, la de la Lotería de Navidad de este año, o la birllante “If only for a second” de Mimi Foundation (que me pone los pelos de punta cada vez que la veo), no tienen precio. Y no lo tienen porque saben conectar con el usuario, emocionan y al final la historia la hacemos nuestra. Puede que algunas no tengan la visibilidad que un poni bailarín o un palo, pero a veces no se trata tampoco de llegar a todas partes, sino de llegar y hacerse inolvidables.