Lo que más me ha gustado de este segundo spot (que me parece genial) es la palabra Lolas. Estoy encantado diciéndola todo el tiempo, aunque esté solo. Tetas me parece demasiado universal y no deja de parecerme porno; pechos es incomprensible, una palabra muy como de la transición, de mis padres, de canción de plaza de pueblo, de verbena picante, desastrosa y decadente (las adoro); senos es casi matemática, de poeta malo; perolas suena a recreo, a esa época en que las lolas (qué bien suena) eran patrimonio de Interviú, de los kioscos más osados. Yo siempre he sido un hombre de traseros. Cuando se me ha pedido eso de defínete a ti mismo en pocas palabras, siempre he contestado lo mismo: yo soy un hombre más de culos que de tetas. A pesar de una época que tuve de muslos, siempre he sido de traseros. Sin embargo ahora, con la entrada en ese mundo de las lolas, ya no estoy seguro ni de quién soy, me va a costar definirme en pocas palabras. A ver qué les parece el anuncio.
Y vamos con los Hermanos Dalton, uno de esos grupos que me han hecho disfrutar de lo lindo. Acaban de publicar un disco, Esperando una señal, un nuevo-viejo disco, que recomiendo. Por uno de esos misterios de la industria, Los Hermanos Dalton (uno de los mejores grupos aparecidos por aquí en muchos años) no tuvieron ni la difusión ni el reconocimiento que merecían. Da igual. Somos muchos los que hemos disfrutado (y seguimos haciéndolo) con su power-rock-pop genialísimo, potente, desenfadado, sin complejos. Tocan de cojones y a mí me hacen siempre saltar, crecerme, querer más, disfrutar. Les dejo Los latidos de siempre, su prodigiosa versión del tema de Pink Panter, y esa canción que contiene uno de los mejores solos de guitarra que uno ha tenido ocasión de oír, Una noche más, de su disco Vitamina D. A mí, qué quieren que les diga, se me siguen poniendo los pelos como escarpias (la piel de gallina) cada vez que comienza esa guitarra a rasgar la noche, la única noche, quizás, que hemos vivido. He subido un vídeo improvisado. Espero que no esté demasiado mal. Eso sí, a pesar de todo, disfruten del temazo.
Y no mucho más. Les agradezco de todo corazón sus maravillosas felicitaciones por mi 43 aniversario, edad que estoy empezando a sobrellevar como puedo. No han estado mal estos primeros días con esta pesada carga (a pesar de que nos vamos a jubilar a los 67, nos van a quitar una hora para que sea de noche a las tres de la tarde y ha muerto Salinger). Viene sol, y algo de frío. Será bueno no tener que encender la lámpara por la mañana en el salón, y no tener todo el día esa sensación de charco metida en el cuerpo. Disfruten, pues, den un paseito y repitan en voz baja: lolas, lolas, lolas. Un millón de gracias por su tiempo, su generosidad y su infinita paciencia para con esta torpeza. Besos y abrazos. Lolas.
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