Público, comentarios sobre su crisis económica (II)

Publicado el 06 enero 2012 por Romanas

Hemos dicho ya que lo de Público era un milagro, entendiendo por tal una serie encadenada de sucesos que violan las leyes de la naturaleza y no otra cosa era que un periódico, nacido sin el respaldo de unos grandes capitales, pudiera mantenerse sin el concurso de grandes inversiones publicitarias en él.Y, en este concreto aspecto, el propio diario hizo todo lo posible por complicarse la vida:1º) renunciando a la publicidad relacionada con la prostitución,2º) haciendo lo mismo con la de todos aquellos casos en los que lo publicitado no estuviera de acuerdo con la línea editorial del medio,3º) prescindiendo incluso de la publicidad de esquelas mortuorias.Seguramente habrá algún otro handicap más del cual nosotros no tengamos noticia.El caso es que Público nos recordaba aquellos compañeros míos de tenis que se entrenaban lastrando sus piernas con pesadísimas medias de plomo para acostumbrarlas a las mayores dificultades y así, luego, al prescindir de ellas encontrarse más ágiles.¿Todo esto fue un error estratégico? Es posible, como también lo fue, en nuestro caso, haber mantenido unos principios que nos fueron enemistando uno a uno con todos aquellos que al principio nos saludaron efusivamente por lo que representábamos como una corriente de aire fresco antes de que el viento soplara en contra de sus velas.Pero la auténtica izquierda actúa así. Sirve a la verdad por encima de todo, lo que es todavía más exigible si se trata de un medio de comunicación, y defiende hasta la última gota de su sangre, o de su tinta, a la justicia. Se trataba, se trata, porque aún no se ha dicho, no se ha escrito la última palabra, de una actividad absolutamente quijotesca.Nos lo han repetido en 1ª página periódicamente que Público era el diario de mayor crecimiento de España, según el EGM, pero esto parece que no es suficiente en un país dominado por uno de los más feroces neocapitaliberalismos.Y entrar en el juego de la libre competencia con los mayores capitales editoriales del mundo no era, no podía ser más que un suicidio, la crónica de una muerte anunciada, porque las grandes empresas de edición de medios de comunicación ni siquiera tienen que hacer dumping porque no lo necesitan, el mercado, oh, sí, claro, el puñetero mercado cumplirá religiosamente con su cometido y expulsará de su seno a ese loco entrometido que ha pensado que sólo con trabajar bien, decir o contar siempre la verdad, no engañar a nadie y defender las causas justas era suficiente para sobrevivir en el terreno de unos medios de comunicación esencialmente podridos que sólo están ahí para arrimar descaradamente el ascua a sus repugnantes sardinas.Y, luego, estaba, claro que sí, la propia realidad social. Dicen, yo nunca lo he creído en un país que tiene 11 y pico millones de votantes a la ultraderecha y 20 millones de seguidores el Real Madrid, el equipo del  Rey, de Aznar, de Florentino, de Rajoy y de todos sus ministros, en pleno, que en España existe una mayoría sociológica de izquierdas. Yo, que me he pasado 70 años de mi vida, trabajando al pie de muchos cañones, no lo he visto así, todo lo contrario, los mecánicos de mi Telefónica, con los zapatos con medias suelas y los anticipos de Caja porque nunca podían llegar a fin de mes, eran de Fuerza Nueva, y maldecían y agredían a sus compañeros de sindicatos porque iban a los comités de empresa a defenderlos a ellos, a los mecánicos, y lo mismo pasaba, y seguramente pasa todavía, en los juzgados, entonces, ¿dónde coño está esa mayoría izquierdista sociológica, que yo no la veo por ningún sitio?Total que Público vendía en los kioskos sólo 80 mil ejemplares diarios y si vender 400.000 no le vale ni a El País ni al Inmundo para sobrevivir ¿cómo podía hacerlo este diario que sí que es realmente de izquierdas, cuando esto lo que significa en este país de auténticos carcas es una declarada y furibunda animosidad en contra?El genial Gabo parió esa magistral frase que, como todas las geniales, se ha impuesto como un puñetero lugar común: la historia de Público era, no podía ser, sino la crónica de una muerte anunciada.Ojalá no sea así.