Es iluso pensar que mañana la vida va a cambiarme porque uno de los niños de San Ildefonso tenga a bien sacar la bolita con el número que tenemos en casa pero me gusta conservar esa ilusión (porque tocar toca e igual algún día nos sonríe la fortuna) y escuchar el sorteo en la radio.
Es increíble la cantidad de recuerdos que el soniquete del sorteo es capaz de despertar en mi y todos son agradables. Por lo general el día del sorteo era antes el primer día de las vacaciones de Navidad ¿acaso había algo más maravilloso cuando éramos pequeños? y me como me levantaba tarde (al menos más tarde que de costumbre) me recibía el sonido de las bolas y los niños de San Ildefonso cantando los números y los premios.
También me recuerda a mi abuelo Laureano, que se marchó cuando yo tenía sólo once años, y que cada Navidad seguía el sorteo con mucho interés, sobre todo en la radio, aunque a veces ni siquiera tenía un décimo ¡a él le bastaba con escucharlo aún a sabiendas de que no podía tocarle nada!
Y siempre me emociona ver a los agraciados ese día en las noticias, repletos de felicidad, y alguna de las historias lacrimógenas de alguno de los agraciados que los reporteros rápidamente encuentran y más rápidamente exprimen.
Estoy casi segura de que mañana no será mi cara la que llene las televisiones de todo el país ni cope portadas en ningún periódico, pero aún así me hace ilusión pensar que tengo una pequeña posibilidad de ser la agraciada.
De lo que no cabe duda es de que el sorteo de Navidad nos recuerda que en dos días tenemos la cena de Nochebuena y quizá los más rezagados o los más indecisos aún están buscando alguna idea para llevar a su mesa.
Lo que está claro es que los blogs y programas de cocina llevan semanas sacando sus mejores propuestas para estos días y quizá un último vistazo a ellos logre disipar esa indecisión de última hora.
Para no ser menos traigo hoy una propuesta muy navideña por un lado pero por el otro radicalmente opuesta a lo que esperamos encontrar estos días en cualquier mesa.


Para comer bien hay que tener voluntad de elegir, planificar y meterse en la cocina ¡nada más! Si nos damos una vuelta por los blogs que visitamos habitualmente encontraremos miles de recetas espectaculares y que no requieren tener que pedir un micro crédito para disfrutar de unas estupendas navidades.

Para demostrar que todo se puede aprovechar y cocinar un plato que nada tiene que envidiar a ningún otro y que para comer de lujo no es necesario gastar mucho dinero he decidido compartir con vosotros, a las puertas de Navidad, un pudin navideño elaborado a base de restos de pan.

Este pudin lo tiene todo: es sencillo de preparar, aprovechamos restos de pan que tenemos dando vueltas por casa (que aún son mayores después de las reuniones familiares), lo tenemos listo para hornear en 15 minutos (y en menos) y una vez en el horno nos olvidamos de él.

Pocas veces con tan pocos y tan humildes ingredientes se consigue una receta tan rica y con un marcado aroma y sabor a Navidad. No a las Navidades de ahora sino a las Navidades de nuestra infancia donde todo era más sencillo y nos conformábamos con menos cosas.
Este pudin es un homenaje a las abuelas, madres, tías y hermanas mayores que tantos años se desvivieron en la cocina para que disfrutásemos de una buena cena o comida en familia. A ellas que con ingredientes humildes vestían una mesa de fiesta y todo el mundo quedaba feliz y satisfecho.
A esas reuniones donde cabía mucha gente en un piso minúsculo y no nos importaba estar apelotonados en una mesa ya que estábamos en familia y era lo que importaba.
A esas Navidades que recordamos por los olores y sabores junto con las risas y juegos compartidos y no por los regalos recibidos que han sentado las bases de lo que somos hoy día y queremos legar a nuestros hijos.

Quiero disfrutar de unos momentos de charla con todos y cada uno de los que habitualmente pasáis por aquí mientras desayunamos o merendamos (todo depende de la hora a la que lleguéis ya que las puertas de mi cocina están siempre abiertas para vosotros) para agradeceros todo el cariño recibido este año y desde que inicié esta aventura.

Gracias a todos por seguir aquí cada semana y de corazón os deseo que tengáis una bonita Navidad ¡a vuestro estilo! que estos días son para vivirlos como nos venga en gana y no como nadie nos quiera imponer.
¡Ah! y por supuesto no os vayáis sin probar vuestro trozo de pudin que os tengo reservado uno a cada uno de vosotros ¡que esta receta es para compartir y repetir muchas veces en buena compañía!


Ingredientes:
* Unas dos barras de pan duro* 1 litro y medio de leche de soja* 100 gramos de miel* 4 huevos* 50 ml de agua de azahar* 3 cucharaditas de canela en polvo* 100 gramos de fruta escarchada variada en trocitos* 120 gramos de arándanos desecados* 75 gramos de pasas sultanas* 75 gramos de ciruelas pasas* 85 gramos de perlas de chocolate.
* Dos cucharaditas de azúcar de naranja y ron para espolvorear (opcional) que puedes sustituir por azúcar moreno, azúcar de vainilla o suprimirla.
Elaboración:
1. Comenzamos partiendo el pan en trocitos. La cantidad es indicativa, dependerá del tamaño de tu fuente y del pan que tengas sobrado. Mi fuente es grande, unos 30 centímetros mide el hueco interior para que te hagas una idea.
2. En un bol ponemos la fruta escarchada (yo compro unos paquetes ya cortaditos de 100 gramos en LIDL pero puedes utilizar la que tengas en casa o la que más os guste), las pasas, los arándanos y el chocolate y además troceamos las ciruelas y las añadimos también.
3. Agitamos y mezclamos bien todos los trocitos y reservamos.
4. Ponemos a calentar un vaso grande de leche en el microondas y en una jarra grande ponemos la miel. Añadimos la leche caliente, esperamos un par de minutos y removemos. Así conseguimos que la miel se integre perfectamente.
5. Añadimos los huevos de uno en uno y vamos batiendo en cada adicción hasta integrar.
6. Incorporamos la canela en polvo, el agua de azahar y el resto de la leche. Mezclamos bien.
7. En la fuente en la que vayamos a hornear ponemos una tanda de pan y cubrimos con la mezcla de fruta desecada y chocolate. Cubrimos con pan, repartimos más fruta y así hasta terminar con el pan y la fruta.
8. Con cuidado vamos vertiendo la leche sobre el pan procurando mojar bien toda la superficie. Dejamos reposar una media hora para que el pan se empape bien.
9. Espolvoreamos con azúcar de naranja y ron e introducimos en el horno precalentado a 190ºC y horneamos hasta que el pudin esté cuajado. Cuando lleve una media hora deberemos taparlo con papel de aluminio para evitar que la superficie se queme.
El tiempo de horneado dependerá del tamaño y la profundidad de la fuente. Para saber si está hecho, además de pinchando con la brocheta de madera en el centro podemos abrir el horno y mover la fuente ¡con las manoplas puestas! Cuando el centro tiemble sólo ligeramente ya estará listo.
10. Dejamos con la puerta del horno entreabierta hasta que se enfríe o bien dejamos enfriar sobre una rejilla.

Lo ideal es servir el pudin recién hecho o cuando haya pasado una media hora para que esté menos caliente. ¿Cuál es el problema? que si lo servimos al poco rato de salir del horno el corte no tiene nada de bonito porque se desparrama (os lo digo yo que probé para las fotos y daba miedo ver lo que llegaba al plato)
Si bien es cierto lo que dice mi marido que aunque no sea una presentación de diez lo rico que está lo compensa.

Dicho todo en vuestra mano queda prepararlo cuando mejor os venga en función de vuestro tiempo y de la disponibilidad de vuestro horno ¡que esa es otra a tener en cuenta en estas fechas!
Si alguien al mirar la fotos se ha parado en la mancha del centro y se ha preguntado qué es os confirmo que es lo que parece ¡es chocolate! En esas fortunas deliciosas y delirantes que tiene la vida en el centro del pudin quedaron varias gotitas de chocolate que al hornear se fundieron y al sacar el pudin del horno burbujeaba ese corazón de chocolate e invitaba a meter la cuchara directamente en el centro ¡si lo hubiera premeditado no me habría salido!

La pequeña Lara está un poco mejor de sus dolencias, pero con su edad, el frío que hace y estando en la guardería es cuestión de días que caiga con otra cosa. El martes celebraron su fiesta de navidad y llegó Papá Nöel cargadito de regalos para todos los niños ¡se lo pasó en grande!
Me despido de vosotros una semana más y aprovecho para enviaros mis mejores deseos para estas fiestas. Es un placer para mí seguir contando con vuestra compañía después de tanto tiempo y tantas cosas buenas y malas y espero seguir haciéndolo durante muchos años más. ¡Sed felices y si mañana os sonríe la fortuna Lara y yo estaremos encantados de ayudar a gastar!
Manos a la masa y bon appétit
