Pueblos Potemkin: de Crimea a Corea del Norte

Publicado el 25 febrero 2015 por Ad Absurdum @AdAbsurdumBlog

El señor Potemkin

Crimea le ha traído más de un quebradero de cabeza a Rusia y sus vecinos, el conflicto diplomático que pudimos ver hace unos meses para nada era algo nuevo. Hoy viajamos hasta allí para contaros de lo que es capaz el ser humano con tal de contentar a sus gobernantes.En el año 1783, Grigori Potemkin (o Potiomkin) culminó la conquista de Crimea al mando de las tropas imperiales rusas. Aquella hazaña le valió el título de "Serena Alteza, Príncipe de Táurica" (que menos mal que en Wikipedia te lo ponen en ruso, que si no...), y llegaría a convertirse en mariscal de campo. Bajo sus directrices las áreas costeras del mar Negro lograron un gran avance con la construcción de una flota y puertos y ciudades como Sebastopol. Sin embargo, recién terminada la guerra, estaba todo hecho un auténtico solar. Las lluvias de plomo a las que fueron sometidas las tierras de Crimea por parte de los cañones rusos, dejaron un paisaje en el que solo se podían encontrar grandes extensiones de cadáveres y escombros. Y claro, para cuando la zarina Catalina la Grande fue a visitar sus nuevas posesiones, su "Serena Alteza" no podía permitir que viese todo aquello hecho un Cristo, y no había tiempo suficiente para reconstruir, así que ideó un método infalible que a la postre se llamó "pueblos Potemkin" (fijaos qué casualidad ¿eh?).

Algo así debía ser la escena en realidad.

El plan consistía en fabricar una serie de bastidores que, a la manera de un frente escénico teatral, simulase un pueblo con sus casas, colegios, iglesias, graneros, etc. Así, un día de 1787, Catalina la Grande llegó acompañada de su fiel mariscal a una colina desde la que se le mostraron sus fantásticas posesiones. Con la excusa de unas fuertes medidas de seguridad, la zarina tan solo pudo verlo desde la distancia. Sin embargo no fue el único pueblo que vio, al parecer se movió por los territorios de Crimea, lo que no sabía es que más rápido que ella se movía toda una escenografía que se colocaba en un orden distinto al anterior para simular otro pueblo distinto al anterior. Campesinos de la zona fueron pagados para que se colocasen estrategicamente y saludasen efusivamente a Catalina.El plan pareció surtir efecto, pues la zarina regresó satisfecha a su palacio sin percatarse del engaño al que había sido sometida.Algunos autores señalan esta historia como una mera leyenda, probablemente impulsada por los detractores de Potemkin. Y es que hay quien dice que el rápido ascenso del mariscal se debía más a sus artes amatorias que a sus méritos como militar y estadista, algo que por otra parte parece habitual en las cortes rusas, y si no recordemos el caso de Rasputín.Fuera como fuera, la historia está ahí, y a día de hoy la estrategia del engaño sigue utilizándose (recordemos el caso de los tanques hinchables en la Segunda Guerra Mundial), y aún se sigue denominando "pueblos Potemkin", pero ¿qué pueblos Potemkin conocemos?Bueno, a modo de anécdota podemos recordar cómo el barrio de Vistabella en Murcia vio pintar todas sus fachadas que daban al río Segura poco antes de una visita de la Reina Sofía para inaugurar un hospital con su nombre.Pero quizás el caso más emblemático es el de Kijŏng-dong en Corea del Norte, concretamente en el área desmilitarizada (por cierto, la zona más militarizada del mundo) entre las dos Coreas. Este curioso pueblo es denominado como "Pueblo de la Paz" por los compatriotas comunistas y como "Pueblo de la Propaganda" por los vecinos capitalistas del Sur. Al parecer este pueblo se encuentra en realidad totalmente deshabitado desde su construcción en los años 50 y tan solo sirve para enviar mensajes invitando a los soldados sureños a desertar.

Un pueblo Potemkin en Corea del Norte: Kijŏng-dong