DE QUIÉN NOS ENAMORAMOSUno no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Otro sí, y ésa fue su condena (Robert Burton)Alcanzar un estado de enamoramiento puede llegar a ser incluso vulgar. Nos atrae un color de pelo, una melena o unos rizos, unos pómulos enrojecidos, unas curvas sinuosas, unos vaqueros rotos, símbolos en definitiva de algo que se nos muestra como un reflejo interior, como algo que por su sola existencia nos arrastra a un antiguo estado de placidez. Luego vienen otras sutilezas: una mirada, esa forma altiva de andar, un rostro que emana bondad, seguridad al hablar, inocencia, pasión desbordante. Más símbolos que ponen en evidencia nuestras proyecciones.Cuando esas proyecciones van más allá de lo visible acaparan también nuestros deseos y nuestras carencias. Buscamos otros padres y otras madres, buscamos los opuestos a nuestros progenitores, buscamos lo que creímos perder un día o de lo que siempre nos pareció carecer. Buscamos y encontramos arquetipos: el maestro, o el sabio, la enfermera o cuidadora, el protector, la geisha… y al final admiramos los valores personales: la sabiduría, la generosidad, la amistad, el tesón, la fortaleza interior, la entrega, la compasión. Enamorarse es querer eternizar un instante en el que nos encontramos a nosotros mismos en el otro.¿Qué buscan y qué encuentran los amantes de edades lejanas?. Dicen las chicas de 20 años que los de su generación son unos críos y que prefieren a hombres más seguros y que les aporten más conocimiento. Dicen las mujeres de 50 que los de 30 son vigorosos, dinámicos y divertidos. Dicen los chicos jóvenes que las mujeres maduras les aportan experiencia y estabilidad. Dicen los hombres maduros que encuentran en las jóvenes belleza, pasión y menos complicaciones existenciales. Visto así, todo se reduce a un intercambio de cromos, a un ejercicio de complementariedades, cuando no de compensaciones. Ya en la Grecia antigua se sabía que no hay mayor transacción que la belleza por sabiduría.
EL MIEDO AL PASO DEL TIEMPOLas arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara (Montaigne)Cuenta Sócrates, en Fedro, de Platón, que cada uno se entretiene con los de su propia edad, ya que se comparten placeres, sobre todo el de la amistad, a pesar de que también pueden acabar por producir asco. Lo que constriñe acaba siendo pesado para todo el mundo, empeorando las cosas si la diferencia de edad es considerable. Tiene su explicación.
MÁS ALLÁ DEL PREJUICIOLa conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo (William Shakespeare)Los tiempos han cambiado, y los cuidados de la salud y el cuerpo ocultan el paso del tiempo. Sin embargo, no puede ocultarse lo vivido, no puede prescindirse de lo aprendido, ni puede evitarse lo que está aún por hacer. Si algún prejuicio se impone, chismorreos al margen, es el estancamiento que puede suponer regresar a un estadio anterior de consciencia, si la pareja más joven invita a ello. Del mismo modo, no conviene adentrar a nadie en caminos que aún no le tocan vivir. No importa tanto la edad, sino lo que verdaderamente puede ser compartido entre los interesados.Sin embargo, hay algo que no se debe obviar en esta sociedad en transformación: la progresiva alteración del concepto del tiempo. Existe prejuicio en tanto que existe un modelo imperante en el que las relaciones son para toda la vida. Al ser así, se impone un criterio de simetría en las edades de los cónyuges. Si, por el contrario, se rompen las fronteras del tiempo, el amor, la relación, como todo, simplemente es ahora y aquí, es autenticidad y compromiso, es amor que ama sin contar el tiempo. Entonces puede suceder que las relaciones no tengan edad, ni fecha en el calendario.No adivino ni pronostico. Observo sólo la conducta humana y constato que el mundo que conocemos está cambiando y puede haber otros escenarios posibles. Ocurrirá que a lo largo de una vida tendremos diferentes parejas, algunas tal vez del mismo sexo, así como de edades diferentes. Género y tiempo tendrán otros significados y prevalecerá el criterio del amor auténtico, y menos el condicionado, en una sociedad más libre en la que cada cual podrá optar, ya sin miedos ni culpas, a vivir como desea vivir. Aunque parezca una utopía, eso ya está ocurriendo hoy. Platón tenía sus razones, sin embargo, estamos empezando a salir de la caverna.
AQUÍ, HOY Y AHORA1. Películas:‘El graduado’, de Mike Nichols (1967).‘Cuando menos te lo esperas’, de Nancy Meyers (2003).‘Lolita’, de Stanley Kubrick (1962).