Puente de espías

Publicado el 01 diciembre 2015 por Srinterrogante
Que la genialidad creativa se convierta en artesanía es un fenómeno controvertido. Si bien favorece la aparición de una abundante y continuada producción por parte del creador en cuestión, el nombre de este se convierte en una etiqueta menos exclusiva, en la que si antaño todo era estimulante y prometedor, en la actualidad las fisuras de nuevos errores cometidos permiten percibir otros del pasado que otrora se habrían ignorado.
Steven Spielbergse encuentra entre este rebaño de genios prolíficos, cuyo público cuestiona por no alcanzar siempre cuotas a las que en muchas ocasiones ha llegado (Jurassic Park, Tiburón, Indiana Jones) pero en su interior celebra cada nueva entrega de su trabajo, ya sea como productor o director. Puente de espías, su última película basada en la vida del abogado y mediador internacional James B. Donovan, provoca exactamente este sentimiento de desconfianza e ilusión.

Se puede abandonar la desconfianza en casa sin ningún problema. Spielberg dirige de forma magistral una cinta que le viene al pelo, igual que a Tom Hanks su rol protagonista. Ambos amigos de juventud, se advierte en este trabajo de madurez una búsqueda de enfrentarse a un proyecto de nivel pero a la vez facilitado por lo idóneo de su premisa y simplificado por la conexión entre el equipo.
James Donovan resulta un personaje histórico fascinante, perteneciente a esa América secreta de la que provienen otras increíbles historias como Argo, las cuales si bien en su momento resultaba incómodo revelar con lujo de detalles, encuentran en la combinación del evolucionado medio cinematográfico junto al paso del tiempo el momento idóneo para ser contadas. Los secundarios que la rodean abundan en matices, y destaca por encima de todos el espía ruso Rudolf Abel, interpretado por Mark Rylance con acierto y dotado de las mejores reflexiones de todo el guión.
De acuerdo, todo esto se resume en otra película de Spielberg, en la que él y Tom Hanks recitan la lección que ya han aprendido mil veces, a la que cada vez que hay ocasión se le inyecta dramaen abundancia, sobre todo en sus últimos cinco minutos. Pero es una ocasión para sentirse vivos mientras nos recuerdan todo aquello del bien y del mal, de la justicia, lo correcto, con comunistas y soldados, abogados y espías. El cine se hizo para esto, y Steven Spielberg es el encargado de recordárnoslo. No podríamos contar con nadie más entregado.
En una frase: los mejores en su trabajo se juntan y el resultado es Puente de espías.