Tras la gran remodelación que sufrió para prepararlo para las fiestas de la Exposición de 1992, el Monasterio de Santa María de las Cuevas es uno de los monumentos más visitados por los turistas de nuestra ciudad.
Es fácil distinguir en su perfil longitudinal las chimeneas de la antigua factoría de cerámicas Pickman, sus inmensos jardines y huertos o el Centro de Arte Contemporáneo situado en su interior, pero uno de los elementos arquitectónicos que a mí siempre me ha llamado la atenciós es la belleza de su puerta principal, la llamada Puerta de Tierra para distinguirla de la puerta que da al río y que lleva precísamente el nombre del Puerta del Río.
Esta puerta fue diseñada por el arquitecto Ambrosio de Figueroa, maestro mayor de las obras de La Cartuja desde 1757. Realiza por entonces varias reformas importantes, rodeando el recinto de un muro defensivo en el que dispuso su monumental Puerta de Tierra, puerta concebida a modo de arco de triunfo con dos cuerpos más un ático, quedando ésta flanqueada entre dobles pilastras jónicas cajeadas, con hornacinas en los intercolumnios, y con un acertado juego de resaltes y elementos decorativos que remata con los clásicos jarrones de cerámica vidriada y cruz de hierro.
En la hornacina central podemos ver una imagen de Santa María de las Cuevas, titular del monasterio, y coronando la composición, el escudo de la orden cartuja con sus cinco estrellas, escudo adaptado del original de la orden conventual con siete estrellas que simbolizaba a los fundadores de la Cartuja: San Bruno y los seis primeros compañeros que junto con él se retiraron a Chartreuse (cerca de Grenoble) donde en el año 1084 fundaron la primera Cartuja.
El escudo fue, en su conjunto, un escudo heráldico adaptado del blasón del fundador del monasterio, el Arzobispo de Sevilla Don Gonzalo de Mena y Roelas, cuyo escudo de armas es ovalado.
El escudo cartujano sevillano también es un escudo de armas ovalado con un fondo en campo de azul sobre la que resaltan cinco estrellas de oro puestas en aspa. Porta en palo una cruz patriarcal y está cimado por un capelo de sinople del que pende, por ambos lados, un cordón con diez borlas del mismo color dispuestas en series de 1, 2 3 y cuatro nudos.
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