En Puerto de la Cruz, Tenerife, estuve este verano después de un duro año en la facultad, había mucho que celebrar y qué mejor regalo que sentir el salitre en mi cara. Bueno, ir a Cuba sin dudas hubiera sido estupendo, pero por unos kilómetros menos y muchísimos euros también, las islas Canarias son lo más cercano a mi pequeño caimán que tengo en España.
Como en casa me sentí en Tenerife, ya me habían advertido: "los canarios tienen un carácter muy parecido a los cubanos" y es que más allá de decirle guagua a los autobuses, a los canarios y a los cubanos nos unen años de idas y venidas de un sitio para otro. La manera de pintar las casas, también es otra peculiaridad muy parecida a los míos y claro está el mar.
No hay mayor placer que las olas, el agua, la arena, aunque en Tenerife dado el volcán la arena es totalmente negra cuando hay, cuando te encuentras. Pero igualmente la gente se entrega a sus aguas, "mar traes, mal te llevas". Un servidor no es amante de bañarse mucho el mar, pero sentirlo, solo sentirlo, con eso me basta y espero que en estas fotos haya recogido mi emoción.
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