Puerto Madero: de lo obsoleto a lo exclusivo

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

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Recibir la visita de un viajero amigo es una buena excusa para seguir descubriendo Rincones de Buenos Aires. En este caso, nuestro amigo era Sele (de El Rincón de Sele) y el lugar elegido fue Puerto Madero. No es que no conocíamos Puerto Madero, pero era un buen lugar para caminar ese día soleado y contarle algo de la historia de este puerto obsoleto que se convirtió en uno de los barrios más caros y exclusivos de la ciudad de Buenos Aires.

Foto: Luis Argerich

El punto de encuentro fue el Puente de la Mujer, un puente diseñado por el arquitecto e ingeniero español Santiago Calatrava Valls, quien quiso representar la síntesis de una pareja bailando tango. El puente me gusta mucho, sobre todo iluminado durante las noches, pero por más que intento no logro ver esa síntesis de la pareja tanguera.
Ese día me enteré de que existen dos puentes muy parecidos: uno en Dublín (Irlanda) y el otro, en Sevilla (España).

El barrio se llama Puerto Madero porque la propuesta de Eduardo Madero para remodelar el puerto de Buenos Aires fue la que el entonces presidente Julio Argentino Roca aprobó en 1882. El tema fue que esa propuesta no solucionaba el problema por el cual se había decidido remodelar el puerto: los grandes barcos no podían acercarse a la costa y debían descargar la mercadería en lanchas especiales a varios metros del puerto. Según cuentan los historiadores, la propuesta de Madero no era la mejor para solucionar el problema, pero era la que cumplía con otro objetivo de la época: brindar una imagen de modernidad. De esta manera, la construcción de cuatro diques, con esclusas y puentes giratorios ayudaba a la imagen deseada. La construcción demandó 11 años, de 1887 a 1898. Dos años después comenzaron a construirse los docks: edificios de “ladrillo a la vista” destinados a almacenar los granos.
Pero como de la imagen no viven ni los barcos ni el comercio, el puerto quedó obsoleto y abandonado a los 10 años de haberse terminado su construcción. El gobierno tuvo que invertir nuevamente en la construcción de otro puerto, esta vez siguiendo las ideas del Ingeniero Huergo que habían sido desechadas en la década de 1880. Este puerto es conocido como Puerto Nuevo y presenta dársenas dentiformes, que permiten el ingreso directo de los barcos al puerto.

En el mapa se ven los dos puertos: el de Madero, con los diques, y el de Huergo, con las dársenas.


Después de décadas de abandono y de ser una de las zonas más degradadas y sucias de la ciudad llegó la época del neoliberalismo y las grandes inversiones. Así, poco a poco, el lugar a donde nadie quería acercarse se convirtió en el barrio más caro y exclusivo de Buenos Aires.
No sólo se modernizó y recicló lo que ya estaba, sino que se siguió “ganando terreno al río” y se construyeron torres de departamentos y oficinas que sobresalen en el horizonte y contrastan con los edificios antiguos del centro histórico de la ciudad.

Paso a paso, el viejo puerto fue tomando otro color: se abrieron calles y avenidas (que hoy llevan el nombre de mujeres latinoamericanas reconocidas por su trayectoria artística, política o social); se crearon plazas y parques; se construyeron edificios (primero de unos pocos pisos y, luego, las torres modernas y vidriadas que llaman la atención a lo lejos) y se reciclaron los antiguos docks convirtiéndolos en departamentos, oficinas, bares, restaurantes y sedes de universidades privadas, entre otras funciones.

Una opción de paseo es visitar el Buque Museo Corbeta Uruguay y la Fragata Libertad.

El ambiente que se respira cuando uno pasea por sus calles es muy agradable, sobre todo un día soleado: oficinistas que se escapan del caótico centro de la ciudad y almuerzan bajo el sol o descansan mientras fuman un cigarrillo; turistas que sacan fotos y llenan los bares y restaurantes; señoras que pasean sus perros, jóvenes que salen a correr y estudiantes que conversan esperando el inicio de una clase.

El espacio público, ordenado, limpio y seguro (es un barrio protegido por prefectura, con cámaras y vigilancia las 24 horas) es accesible para todos, cualquiera puede disfrutarlo, pero no ocurre lo mismo con los espacios privados. ¡Aunque siempre hay opciones!
Por ejemplo, el barrio cuenta con tres hoteles cinco estrellas, entre los que se encuentra el Faena, un hotel de lujo, con habitaciones-departamentos de hasta tres niveles y decoraciones un poco excéntricas. En el barrio no hay hostels ni guesthouses, pero por suerte hay muchos otros hoteles en Buenos Aires, más accesibles y sitios webs en los que se pueden comparar precios y ubicación.

El edificio que de frente parece una iglesia es el hotel Faena.


Otro ejemplo es la comida. La mayoría de los restaurantes son de muy buen nivel y un poco caros para comer allí todos los días. Pero muy cerquita de ahí, en la Costanera Sur, detrás de los diques, el barrio nuevo y casi llegando a la Reserva Ecológica están los llamados “carritos de la costanera”, que si bien no son los originales ni venden la misma comida que los restaurantes de los docks reciclados, constituyen una buena opción para el viajero con bajo presupuesto. Ahí estuvimos más de una hora con nuestro amigo Sele hablando de viajes, fútbol y algo más.



Todo lo que se le puede poner a las hamburguesas y sándwiches de otro tipo de carne.


A orillasde la Reserva Ecológica.


Y algo de street art para terminar…


Puerto Madero es un lindo rincón de Buenos Aires para descubrir, caminar, fotografiar, descansar y, luego, comparar con el resto de la ciudad. Sus diferencias son notables.