Lo saben hasta en twitter o, quizá, debería decir especialmente en tweetter, red de microblogging por la que anda circulando tal cantidad de micro-posts o twits sobre la metedura de pata de ese señor, que nos tiene animados estos días, hoy especialmente.
Apartándonos de insultos fáciles como el suyo, aunque Puigcercós me ha insultado a mí y a todos los andaluces –que sí pagamos nuestros impuestos-, creo que, objetivamente, este señor debería hacer dos cosas: la primera, pedir públicas disculpas a los andaluces; la segunda, dimitir.
También debería entender este político que insultar a otra comunidad autónoma no es, precisamente, la mejor forma de defender o promocionar la propia. El agravio comparativo, el insulto, sólo son medios para revelar la propia catadura moral…
Ya está bien de lugares comunes, de agravios comparativos, de malas y encendidas leches. Puigcercós, sin rectificar, ha intentado justificarse diciendo que en campaña electoral hay expresiones y momentos que se comprenden… ¿También la mala educación? ¿También la falta de cortesía?
Si hay una cosa (más allá de la honestidad) que no se puede perdonar a un representante político es que sea un maleducado.
Lo digo como andaluz, como español, como catalán, como ciudadano.
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