No somos nada. Un día eres Presidente de la Generalitat catalana, otro día eres Presidente de Cataluña en el exilio y un día más negro despiertas en una celda de una prisión alemana rodeado de presos que nada tienen que ver contigo. Esa es la trayectoria del señor Puigdemont, un hombre que casi da pena. Digo casi porque la cárcel se la buscó él solito.
Si hubiera sido un poco listo, seguía engañando al Estado, como hicieron sus antecesores en el cargo. Seguía en ese sí pero no, en un estamos en España pero no somos españoles. Fue un error el procés, sobre todo para los independentistas. Puigdemont y los suyos no pensaron bien la que se les venía encima.
También se les vendrá encima un problema a los unionistas o españolistas o como se llamen los que están en la Tabarnia que no existe más que en las bromas. Como bien decía Unamuno, se trata de convencer, no de vender. Los que venden acaban perdiendo. Hay que convencer a la calle, a la señora que va al mercado, al nini que no sabe lo que quiere, al jubilado que ve que la pensión le va a menos, al que tiene los oídos llenos del España nos roba. Los españolistas no están convenciendo a una gran parte de Cataluña. Ese es el problema. Y la cárcel de Puigdemont no ayuda a convencer.