Muchos catalanes comienzan a asustarse al descubrir el paralelismo existente entre la Mafia siciliana y Jordi Pujol, su familia y el partido que fundó en 1978, Convergencia Democrática de Cataluña.
Cuando van descubriéndose las actuaciones de la famiglia Pujol, que evoca a Don Vito Corleone y sus hijos, debe recordarse también al fiscal anticorrupción José María Mena que había denunciado el acoso, las amenazas de muerte y ametrallamientos de su casa cuando investigaba el fraude de Banca Catalana, en 1984, fundada por El Padrino.
Aquel proceso supuso la salida a la calle de grandes masas de catalanes que creyeron que denunciar a Pujol era insultar a su patria: allí renacía Sicilia.
Y las manifestaciones alcanzaron tanta fuerza que el gobierno de Felipe González y los jueces se asustaron y se retiraron para evitar, quizás, una revolución: como con la que se amenaza si no hay referéndum en noviembre.
En aquella campaña para defender al Padrino participaron notables periodistas como Alfons Quintá, quien después descubrió desolado que había servido a una Mafia que corrompe a buena parte de Cataluña.
Una Mafia que, como la original siciliana, venía del siglo XIX; de las famiglias de caciques carlistas derrotados por isabelinos, que crearon un sistema de influyentes negocios y de protección mutua desde los ayuntamientos, y que llega hasta hoy tras perfeccionarse con el proteccionismo arancelario franquista.
Un caso paradigmático es el Josep Gomis, alcalde falangista de Montblanc en 1966, con CiU hasta 1988, y luego Consejero de Gobernación de la Generalidad, desde la que recreó la red mafiosa de negocios, favores e inversiones que abarca 433 ayuntamientos.
Si los nacionalistas de Cataluña lograran la independencia la Sicilia mafiosa sería una aprendiz, porque ahora esta “cosa nostra” española se iguala ya a la de la isla italiana.
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SALAS