En realidad Cristóbal Colón bautizó a esa costa como Caxinas por lo que a la península la llamó Punta de Caxinas. Caxinas fue sustituida por Honduras, unos dicen que se debió a una frase de Colón “Bendito día que hemos salido de estas honduras”, y otros, a Vicente Yáñez Pinzón que la rebautizó sin más.
¿Qué le pasaría por la cabeza a Cristóbal Colón para escoger tan curioso nombre?, el supuesto genovés para algunos, tenía predilección por los topónimos atlánticos, más concretamente de las rías gallegas, pero en este caso eligió uno en la costa portuguesa, entre Póvoa de Varzim y Vila do Conde.
Las dos costas, la hondureña de Caxinas y la portuguesa de igual nombre, son alargadas y bordeadas con arenales, salvo por la punta de Caxinas en el caso de la americana.
Nuestro Pedro Madruga conde de Caminha, reconvertido en Cristóbal Colón, conocía bien estas costas portuguesas, que costeaba con sus barcos tanto para hacer el corso como para el comercio con Porto y Aveiro, en ellas se refugiaba protegido por sus aliados y amigos los duques de Brangança y de Viseu. Los pontevedreses también conocían estos parajes portugueses, los salazones de sardina se nutrían de la sal de Aveiro situado más al sur.
El nombre de este árbol es muy sugerente para un gallego, buscando en tierras americanas el origen de este nombre no he encontrado gran cosa, y haciendo gala de mi reconocida osadía, me propongo buscarle un sentido.
En los diccionarios antiguos “ceiba” aparece en castellano como “alga”, nos dicen que a la alga marina, en las costas del Océano de España la llaman ceiba”, y digo yo, que les costaría decir en las costas gallegas, a veces parece que mientras algunos territorios se quieren separar de España, España se quiere separar de Galicia, ¡Que cosas!. Tenemos que un sargazo es una ceiba, los sargazos son esas algas marrones con ampollas llenas de aire, son muy abundantes en Galicia a la que deben su nombre, así como el mar de los sargazos (portugués) y argazos (gallego) deben su nombre al Conde de Caminha nuestro Cristóbal Colón al encontrarse durante el transcurso de su primer viaje multitud de algas flotando ceibes (sueltas, libres) en el océano.
Ceiba procede de la palabra ceibo (suelto, libre), por lo que ceibar significa soltar, liberar. Pero según El P. Sarmiento recogió en el siglo XVIII que ceibar significaba: “enviar el ganado, a algún sitio fresco, ameno y húmedo para que allí pasten, después que los soltaron del arado, carro, o de otro trabajo que padecieron a la inclemencia del sol”, de ahí dicen: “Rapaz, ceiba eses boys”. Tenemos según el P. Sarmiento un uso primitivo del término. La ceiba se llamaba también cuando las algas llegan sueltas a la costa cubriéndolo todo.
Tanto se podría ceibar, soltar, enviar a alguna persona o algún animal bajo la fresca frondosidad del árbol (ceiba), o liberar aquello que estuviera amarrado al árbol.