Según la utilidad que queremos dar, hay una gran variedad de puntas que se definen mejor por su longitud que por su diámetro. Podemos comprar al peso o por número de piezas, además de comprar las puntas en bolsas o paquetes. Hay diversos tipos:
Puntas de cabeza plana, también llamada Punta de París: nos da fijaciones fuertes, pero tiende a rajar la madera y las cabezas de las puntas se disimulan con dificultad. Tienen entre 20 y 150 milímetros de longitud.
Cabeza reducida: se utilizan en lugar de las puntas de cabeza ovalada porque su cabeza es más fácil de embutir. Su longitud va de los 12 a los 150 milímetros.
Cabeza cónica: se utilizan para fijar tableros manufacturados. Sus longitudes van de los 12 a los 150 milímetros.
Puntas de cabeza cortada: su sujeción es firme y además no suelen rajar la madera. Se utilizan para fijar tablas de entarimado.
Clavos estriados: las estrías de sus espigas hacen que sean más difíciles de arrancar una vez clavados. De gran utilidad en la fijación de tableros.
Las puntas para molduras y chapas son casi invisibles: muy delgadas y de cabeza cónica. Se emplean en aquellas fijaciones que no queremos que se vean.
Otro tipo son las puntas para tableros de fibras duras. Estas puntas tienen de 10 a 38 milímetros.
Puntas de espiga: se introducen en una de las piezas y se clava luego en la otra sobre su parte saliente.
Grapas ondulada: se utilizan en encofrados, enlistonados y el montaje de mamparas.
Las horquillas: sirven para fijar muelles de tapicera o construir cercas de alambre.