Punto y seguimos | Cien mil y contando

Publicado el 06 febrero 2024 por Jmartoranoster

No son números, son personas

Hace pocos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que, desde octubre del año pasado hasta ahora, más de cien mil palestinos han sido heridos, asesinados o desaparecidos a causa de la ofensiva de guerra israelí. Las cifras son frías, a veces no dicen demasiado si no las pensamos de otra manera, si no les otorgamos «volumen» o «alma» o simplemente, puntos de referencia. Así que, para tener una idea aproximada, pensemos que el nuevo estadio monumental Simón Bolívar tiene capacidad para albergar a cuarenta mil espectadores; entonces, la cantidad de palestinos «afectados» comprendería dos estadios y medio. Dos estadios y medio de cuerpos que para el mundo son números, pero que en realidad son personas.

En apenas cuatro meses, cien mil seres humanos pertenecientes a la misma etnia, nacionalidad y residencia (Gaza) han perdido su vida, partes de su cuerpo, miembros de su familia, sus pertenencias y su lugar en el mundo. Incluso, para más desgracia, algunos están en ese terrible estatus de «desaparecidos», sin que nadie sepa si aún existen, o si medio existen, perdidos entre los escombros de una franja de tierra que el Ejército de Israel se encargó de convertir en un infierno, uno que —aparentemente— no detendrán hasta que cumplan su meta de acabar hasta con el último palestino. Porque el mundo sabe que es eso, un genocidio, aunque la Corte Internacional de Justicia no se atreva a decirlo con todas las letras, a pesar de las evidencias.

El periodista y fotógrafo palestino Motaz Azaiza (24) estuvo documentando y reportando desde la Franja de Gaza hasta el 23 de enero, cuando finalmente evacuó la ciudad, pero sus videos y reportes recorrieron el planeta por su crudeza, y también por su sensibilidad. Sus redes constituyen una pequeña ventana al desastre, al dolor y a la guerra, un espacio de los pocos que humanizan las frías cifras de muertos, heridos y desaparecidos que no cesan de aumentar. Rostros e historias de algunos de esos miles de niños jugando entre ruinas, niños sobrevivientes, ensangrentados, vivos, pero sin ninguna familia, madres sin hijos, esposos sin esposas o abuelos sacrificándose en aras de una oportunidad de salida para los más jóvenes. Las personas detrás de los números. Lo mismo con los reportes de la joven periodista Plestia Alaqad (21) y sus narraciones volcadas a la descripción de la vida y la cultura palestinas antes y durante la guerra. Gente, no cifras.

Cuando la guerra y la destrucción se nos cuentan en números, importa, pero no genera empatía alguna. Cien mil víctimas de bombas, derrumbes, heridas sin tratar, heridas emocionales, trauma, desarraigo y todo tipo de violencia es difícil de tolerar desde lo racional, pero comprender desde el sentir empático que esas víctimas son personas como nosotros, con cultura, capaces de reír, de crear, de querer, personas que tuvieron la mala suerte de existir en una tierra por la que otros, literalmente, matan. Y matan de a miles, sin que nadie haga nada.

Mariel Carrillo García