En la escritura de los litchis primaron los inicios como si estuviera filmando con una cierta distancia hacia los sucesos de los personajes (salvo en el cuento "Manuscrito con vista al mar", de los pocos de "auto-ficción"). A veces partía de una canción (por lo general de rock y salsa de los 70's) y me dejaba llevar por una suerte de descomposición de los sonidos en atmósferas paralelas. En otros momentos traté de partir de una palpitación o de una respiración de un personaje.
Ahora, en medio de la recta final de mi primera novela, sigo a fondo la ruta de crear a través de personajes con mundos más "delineados". Es cuestión de experimentar con cruces y encuentros más o menos al azar, eso sí, dejando muy libres a los personajes (tal vez sea al revés)...