De todas maneras, si este experimento se hace con un vaso de agua, no hay problema ninguno. La situación complicada llega cuando hay que interpretar los diversos indicadores económicos, las distintas variaciones de datos… Bien es cierto que la Economía es una ciencia social, pero cómo es posible que para cada dato, cada cifra, tanto Gobierno como oposición vean el vaso de una manera distinta.
Muchos parados o menos
A mediados de la semana pasada, los Servicios Públicos de Empleo ofrecían el dato del paro registrado durante el mes de noviembre. En principio se trata de una cifra cuya interpretación es total y absolutamente objetiva. Simplemente muestra un aumento o descenso con respecto al mes anterior, y con respecto al mismo mes del año anterior.
Pero una vez más Gobierno y oposición parece que no lo ven del todo claro. Por parte del Ejecutivo, la situación muestra “un parón de golpe”, o lo que es lo mismo permite “esperar noticias positivas para el año 2010″. Todo esto, evidentemente, la oposición no lo ve así y sigue creyendo que estos niveles de paro son insostenibles.
IPC y petróleo
El indicador de los precios, medido por el IPC, es un dato que puede ser interpretado como un arma de doble filo. Los organismos internacionales aconsejan que un 2% en el incremento del IPC es el dato idóneo para el crecimiento positivo de la economía. Lo superior es preocupante, pues pese a ir acompañado generalmente con una subida del PIB, no es menos cierto que se puede deber a un recalentamiento falso del sistema económico.
De nuevo se reabre el conflicto, cuál de los dos tiene razón pese a tener las mismas crifras.
Burbujas
Desde que llegó el PSOE al Gobierno, pero sobre todo desde que la crisis está susurrando en la oreja del Estado español, el discurso de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido que la burbuja inmobiliaria fue creada por el gobierno de José María Aznar.
Sin saber exactamente cuál es la responsabilidad de cada Ejecutivo, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, culpa ahora de la burbuja inmobiliaria al PSOE. Parece el cuento de nunca acabar. La cuestión es que en España se creó y desarrolló un impulso constructor que posteriormente se ha visto como irreal.
Y lo peor es que como parte de esa irrealidad fue el PIB quien pareció verse favorecido, aunque con el tiempo se ha visto como no era así.