El caso cae en la zona gris, muy frecuente, en que no está claro si es preferible tratar o no; cuestión distinta es si ese no tratar incluye dejarle sin alimentación e hidratación; pueden verse unas puntualizaciones de Elio Sgreccia, expresidente de la Academia Pontificia para la Vida, (versión original en italiano aquí) aclarando los puntos que hay que tener en cuenta en el debate ético de este caso.
En definitiva, yo diría tres cosas: Se trata de un caso límite, en el que la última palabra deberían tenerla los padres de Charlie; por otra parte, la hidratación y alimentación artificial nunca pueden considerse como un medio desproporcionado, y, por último, en caso de duda, apostemos por la vida.