Pura vocación: médicos que viajan a los parajes más relegados para llevar salud

Publicado el 02 mayo 2018 por Sofogebel
 
Por: Gabriela Origlia

EL ABRA.- Pocas casitas, una cada tanto; mucho arbusto bajo y duro mezclado con cactus; algún chancho que se cruza por los caminos de tierra arenosa. Esa geografía desolada del noroeste cordobés es la que comparten los parajes de Pozo del Chaco, El Abra y Puesto Torrado, donde viven aproximadamente 350 personas. Allí y a otras comunidades aisladas de los departamentos de Cruz del Eje y Minas, en la zona roja de la pobreza estructural de esa provincia, un área de salinas al límite con La Rioja y Catamarca, viajan periódicamente los médicos de Una Gota de Salud.


Llevar atención sanitaria y odontológica adonde las posibilidades de acceso son sumamente limitadas, montando consultorios improvisados en casas de vecinos, es el objetivo de los 35 profesionales voluntarios que integran la organización social que nació de la mano de Susana Roldán, una médica con una vocación a prueba de todo. La parasitosis, la desnutrición y la mala alimentación entre los chicos son los principales problemas de la zona. El nivel de necesidades básicas insatisfechas está por encima del promedio cordobés: según datos de la Dirección General de Estadística y Censos provincial de 2010, es el doble que en otras regiones, entre 25% y 30%. LA NACION acompañó a la ONG durante parte de una jornada que arrancó en la ciudad de Córdoba a las cuatro de la madrugada y terminó cerca de la medianoche. Hace 14 años que Ramona Capdevila presta su casa en El Abra para que los médicos y odontólogos atiendan. La cocina se convierte en consultorio de dentistas y el alero de adobe, en una sala de pediatría. Hay una "mesa de entrada" donde se controlan las fichas de los pacientes. Además, cajas llenas de medicamentos para entregar a quienes se los recetan y, una vez finalizado el control sanitario, la familia puede retirar una bolsa de alimentos y otra con artículos de limpieza. El Abra está a unos 50 kilómetros de Cruz del Eje, pero su gente debe caminar ocho para tomar el colectivo (pasa pocas veces al día) y pagar 180 pesos para ir y volver. "Si no,LA NACION acompañó a la ONG durante parte de una jornada que arrancó en la ciudad de Córdoba a las cuatro de la madrugada y terminó cerca de la medianoche. Hace 14 años que Ramona Capdevila presta su casa en El Abra para que los médicos y odontólogos atiendan. La cocina se convierte en consultorio de dentistas y el alero de adobe, en una sala de pediatría. Hay una "mesa de entrada" donde se controlan las fichas de los pacientes. Además, cajas llenas de medicamentos para entregar a quienes se los recetan y, una vez finalizado el control sanitario, la familia puede retirar una bolsa de alimentos y otra con artículos de limpieza. El Abra está a unos 50 kilómetros de Cruz del Eje, pero su gente debe caminar ocho para tomar el colectivo (pasa pocas veces al día) y pagar 180 pesos para ir y volver. "Si no,LA NACION acompañó a la ONG durante parte de una jornada que arrancó en la ciudad de Córdoba a las cuatro de la madrugada y terminó cerca de la medianoche. Hace 14 años que Ramona Capdevila presta su casa en El Abra para que los médicos y odontólogos atiendan. La cocina se convierte en consultorio de dentistas y el alero de adobe, en una sala de pediatría. Hay una "mesa de entrada" donde se controlan las fichas de los pacientes. Además, cajas llenas de medicamentos para entregar a quienes se los recetan y, una vez finalizado el control sanitario, la familia puede retirar una bolsa de alimentos y otra con artículos de limpieza. El Abra está a unos 50 kilómetros de Cruz del Eje, pero su gente debe caminar ocho para tomar el colectivo (pasa pocas veces al día) y pagar 180 pesos para ir y volver. "Si no, hay que darle algo al vecino que nos lleva; todo es difícil", describe Capdevila.

Pocas oportunidades

Desde la organización social insisten en que el objetivo no es hacer "asistencialismo", sino llevar salud a quienes tienen casi nulas opciones para atenderse. Una de ellas es Natalia: cuando habla, se nota el efecto de la pobreza en sus dientes faltantes. Apenas supera los 40 y llega con sus tres hijos y un nieto en brazos. Asegura que si no fuera gracias a que los médicos se acercan al paraje "habría que ir a Cruz del Eje y cuesta mucho". Leticia tiene 36 años y seis hijos de entre 21 y 6 años. Su familia es un ejemplo de obesidad malnutrida. "Vivimos de los animales que criamos; huerta no se puede hacer porque la tierra no da nada", asegura. No solo el suelo arenoso complica: el mayor problema es la falta de acceso al agua. Las casas más cercanas a la escuela Manuel Lucero (ubicada a unos tres kilómetros y a la que van tres alumnos) tiran mangueras desde el pozo que tiene la institución y ponen dinero para el combustible del generador. Así, bombean el agua, que termina -con suerte- en un tanque de material. Los que están más lejos la acarrean a pie o en moto en bidones. La calidad es siempre dudosa. Luz eléctrica, en este paraje, no hay. "Por eso hay mucho parásito y, como consecuencia, desnutrición", define Roldán. Son hijos desnutridos de madres desnutridas. "El nuestro es un pequeño aporte, pero se requiere más presencia del Estado, si no, este círculo será eterno", subraya. Hace unos años, el gobierno provincial instrumentó un plan de erradicación de ranchos. Analía Villagra, coordinadora de Una Gota de Salud, señala que a futuro esperan que haya menos chagásicos: en la zona, el mal de Chagas es endémico. Hugo Bertinetti es empresario y uno de los voluntarios que colaboran con la logística. Corre sirviendo leche con chocolate a los chicos; entregando cajas, armando camillas y balanzas. "Vienen, se atienden y se van mejor. Hay muchas mamás muy jóvenes; poco trabajo. Es duro vivir por estas zonas", subraya. Es sábado y hay todavía menos gente de la escasa que se ve a diario por estos caminos. Las casas están alejadas unas de otras (la más cercana, a unos cien metros). Una Gota de Salud llega a Pozo Torrado a las 15 y hay una fila en la puerta de la casa de María Rodríguez, la anfitriona de los médicos. En general, quienes consultan siempre son más las mujeres y los niños; los hombres van poco, solo si tienen una urgencia. María tiene 29 años y tres hijos de 8, 9 y 14. Todos con problemas de nutrición. El más chico pesa 14 kilos. "Uno cree que los alimenta bien, pero parece que no. A veces falta leche", admite la mujer. Las mismas palabras se repiten en la mayoría de los casos; por eso el esfuerzo para entregarles un refuerzo de leche y multicereal. Los médicos coinciden en que es el camino más adecuado para tratar de mejorar la nutrición. "Se está secando", comenta preocupada una mamá, y señala a su hijo varón. El pediatra pregunta; el nene y ella, responden; el diagnóstico -que buscarán ratificar con análisis- es "parasitosis". La cría y la venta de algunos animales, los planes sociales y las pensiones por invalidez son el sostén de estos parajes. Una vez a la semana entra un camión que es un almacén-verdulería ambulante. Para Roldán, el trabajo de Una Gota de Salud no solo se trata de llegar con una camilla y medicamentos: "Hay que escuchar necesidades, lamentos y tristezas de estas voces tan calladas. En estas tierras hay pobreza de todo; miseria y carencias", concluye.

Las principales problemáticas

El aislamiento y la escasez de recursos marcan la cotidianidad de los habitantes

1 Mala alimentación

La desnutrición y la malnutrición infantil, junto con la parasitosis, son las situaciones sanitarias pediátricas más graves. También hay sobrepeso por el consumo de alimentos poco saludables

2 Sin servicios básicos

La población rural -que en la zona ronda el 30%- tiene bajísimo acceso al agua potable. Excepto aquellos que la toman de perforaciones, en el resto de los parajes se abastecen de manera muy precaria

3 Chagas, un mal endémico

El gobierno provincial instrumentó un plan de erradicación de ranchos y sustitución de viviendas, pero muchas familias, junto a la nueva casa, reconstruyen el rancho de adobe

4 Lejos de la salud

El hospital más cercano está en Cruz del Eje, a 50 kilómetros de El Abra. En Guanaco Muerto hay una salita de salud que brinda atención semanal

5 Acceso a la educación

Para poder ir al secundario, los jóvenes de Pozo Torrado deben trasladarse a Guanaco Muerto, a unos 30 kilómetros de su paraje. La escuela primaria de Santo Domingo, en cambio, queda a ocho kilómetros y es un vecino el encargado de movilizar a los chicos en su camioneta

6 Poco trabajo

La mayoría de los pobladores viven de la cría y la venta de animales, de los planes sociales y de pensiones por invalidez Fuente: lanacion.com.ar