Purgatorio, por Raúl Zurita

Publicado el 28 mayo 2012 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Editorial Visor. 74 páginas. 1ª edición de 1979, ésta de 2010.
En octubre de 2010, ya conté en el blog que estuve en la librería Iberoamericana (C/ Huertas 40, Madrid) para asistir a un recital del poeta Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950). La breve crónica que escribí sobre aquel evento se puede leerAQUÍ.
Voy a copiar a continuación unos párrafos de aquella entrada:
Ésta es la cadena de casualidades que me ha hecho conocer la figura de Zurita: hace unos años, los libros de Roberto Bolaño me llevaron a interesarme por la poesía chilena. Me sorprendió mucho saber, a través de un foro donde se conversaba sobre Bolaño y otros autores relacionados, que los poemas que el nazi Carlos Weider de Estrella distante dibujaba con una avioneta en el cielo de Santiago de Chile tras el golpe militar, una imagen tan sugestiva como delirante, una imagen que pensaba que sólo podía ser inventada, tenía un correlato en la realidad en la obra del poeta Raúl Zurita. La relación existe en el acto poético: Raúl Zurita, como Carlos Weider, también escribió versos en el aire, en este caso sobre el cielo de Nueva York y no sobre el de Santiago de Chile; por supuesto, Zurita no es un nazi, sino que fue un miembro del partido comunista chileno, y fue encarcelado y torturado tras el golpe militar. En las páginas 88-89 de Entre paréntesis, escribe Bolaño: “Zurita crea una obra magnífica, que descuella entre los de su generación y que marca un punto de no retorno con la poética de la generación precedente”.
Igual que había pensado al empezar a leer a Bolaño que poetas como Jorge Teillier o Enrique Lihn eran inventados, y después salí de mi error a través de interesantes lecturas, también me llamó la atención la obra de Zurita, pero no había leído, hasta ahora, más que poemas sueltos en Internet. El día antes de la lectura busqué más información sobre Zurita en Internet y así leí que, además de escribir versos en el aire, ser torturado por los golpistas chilenos, escribir en el desierto versos para ser leídos desde el aire, también llevó a cabo actos de performance poética sobre su propio cuerpo, llegando a la autolesión, a arrojarse amoniaco a los ojos o a quemarse la mejilla con un hierro al rojo (wikipedia). Y todo esto la verdad es que para mí no tendría demasiada importancia si los poemas no sostuvieran al personaje; pero leo los poemas y lo sostienen de sobra, dándole en este caso un aura loca o transgresora que me atrae. Además Zurita, por si necesita de validaciones oficiales, fue premio nacional de poesía en Chile.
En la contraportada del libro Purgatorio, en la edición de Visor que he leído, está escrito: “Publicado en 1979, Purgatorio sin duda marcó tanto una época como la aparición de una voz que causó estupor en la escena literaria latinoamericana. Libro fundamental, como obra literaria y como emblema de una generación, su contenido representa un quiebre –brillante por lo demás– y una renovación de las formas y de la construcción poética. Purgatorio es indivisible de su fecha de escritura y se ha constituido en un símbolo del proceso traumático que atravesó la sociedad y la política chilena bajo la dictadura. Desgarrador, más que una escritura es un grito. Más que un libro, un estado de ánimo. Purgatorio plantea un viaje que pone la lógica al servicio de la poesía, para hablar de aquello ante quienes muchos se han rendido”.
Y en realidad yo lo que estaba leyendo son los Cuentos completos de Juan Carlos Onetti y al ver que no me iba a dar tiempo a tener una entrada lista para este domingo (siguiendo con la norma que me he impuesto, y que tarde o temprano tendré que incumplir), el domingo anterior saqué del estante este libro de Zurita. Y es extraño también que no haya leído los dos libros de Raúl Zurita que compré aquella tarde de octubre de 2010, porque me gustó bastante el recital y la charla con el autor.
Este poemario se lee en muy poco tiempo y la sensación que me ha causado su lectura es cuanto menos ambigua. Destaco una idea del texto de la contraportada: “Purgatorio es indivisible de su fecha de escritura”: estamos en la década de 1970 en Chile, Raúl Zurita, que fue estudiante de Matemáticas, licenciado como Ingeniero Civil de Estructuras, que se dedica a vivir la bohemia de Santiago de Chile, es “detenido, encerrado y torturado en una de las bodegas del carguero Maipo” (Wikipedia). Raúl Zurita nos mira desde la portada de este libro de Visor con dos esparadrapos cruzados en su mejilla izquierda, una foto que parece tomada de una ficha policial, una foto que muestra uno de sus actos poéticos: quemarse con ácido la mejilla. Un acto de locura y de rebeldía; un acto que va a conducir a su autor, en algún momento, a pensar que debe escribir poemas de humo en el aire; el acto de alguien que va a escribir en el cielo: “Dios es hambre”.
En los primeros versos de Purgatorio el poeta juega a la ambigüedad sexual:
mis amigos creen que estoy   muy   mala porque quemé mi mejilla
En otros versos (escritos a mano en el libro) el poeta se autodenomina “Raquel”.
Si como dice la contraportada, “más que un libro, es un estado de ánimo”, tendríamos que decir que el estado de ánimo que transmite Purgatorio es de desolación (con descripciones de los grandes espacios vacíos de los desiertos de Chile) y de extrañeza ante el mundo. Sin embargo, si uno trata de encontrar, buscando entre líneas, alguna crítica a la dictadura de Pinochet, puede encontrarla en versos como este: “LA VIDA ES MUY HERMOSA, INCLUSO AHORA”. Ese “incluso ahora” nos invoca como lectores.
Después de algunos versos sueltos, nos encontramos con una de las tres composiciones destacadas de este libro, el poema dividido en partes titulado Domingo en la mañana: En él nos acercamos a la soledad del poeta, a su angustia vital. “Destrocé mi cara tremenda / frente al espejo” (pág. 17); “Me he aborrecido tanto estos años” (pág. 16). El juego con los conceptos de martirio y sacrificio cristiano son constantes: “Soy una santa digo” (pág. 15); “Yo soy el confeso mírame la Inmaculada / Yo he tiznado de negro / a las monjas y los curas” (pág. 16); “Afuera el cielo era Dios / y me chupaba el alma” (pág. 18). “Se ha roto una columna: vi a Dios” (pág. 21).
Y dentro de este contexto de soledad, de martirio y sacrificio cristiano –como ya he escrito–, también podemos encontrar alguna referencia velada a la situación política: “Yo soy Juana de Arco / Me registran con microfilms” (pág. 20).
Y después comienzan los poemas del apartado DESIERTOS, seguidos de otro apartado relacionado, EL DESIERTO DE ATACAMA: la soledad cósmica, la personalidad mesiánica. Dejo aquí uno de estos poemas:
COMO UN SUEÑO
Vamos: no quisiste saber nada de ese Desierto maldito –te dio miedo yo sé que te dio miedo cuando supiste que se había internado por esas cochinas pampas –claro no quisiste saber nada pero se te volaron los colores de la cara y bueno dime: te creías que era poca cosa enfilarse por allá para volver después de su propio nunca dado vuelta extendido como una llanura frente a nosotros
YO USTED Y LA NUNCA SOY LA VERDE PAMPA    EL DESIERTO DE CHILE
Destaco otro poema del grupo EL DESIERTO DE ATACAMA:
PARA ATACAMA DEL DESIERTO
i. Miremos entonces el Desierto de Atacama
ii. Miremos nuestra soledad en el desierto
Para que desolado frente a estas fachas el paisaje devenga
una cruz extendida sobre Chile y la soledad de mi facha
vea entonces el redimirme de las otras fachas: mi propia
Redención en el Desierto
iii. Quién diría entonces del redimirse de mi facha
iv. Quién hablaría de la soledad del desierto
Para que mi facha comience a tocar tu facha y tu facha
a esa otra facha y así hasta que todo Chile no sea sino
una sola facha con los brazos abiertos: una larga facha
coronada de espinas.
v. Entonces la cruz no será sino el abrirse de brazos
   de mi facha
vi. Nosotros seremos entonces la Corona de Espinas
   del Desierto
vii. Entonces clavados facha con facha como una cruz
   extendida sobre Chile habremos visto para siempre
   el Solitario Expirar del Desierto de Atacama.
Después, Purgatorio contiene un extraño conjunto de poemas titulado ÁREAS VERDES, donde se juega al contraste entre el pastar de las vacas y la pureza de los conceptos matemáticos. Destaco este poema sin título:
Comprended las fúnebres manchas de la vaca
los vaqueros
lloran frente a esos nichos
I.
Esta vaca es una insoluble paradoja
pernocta bajo las estrellas
pero se alimenta de logos
y sus manchas finitas son símbolos
II.
Esa otra en cambio odia los colores:
se fue a pastar un tiempo
donde el único color que existe es el negro
Ahora los vaqueros no saben qué hacer con esa vaca
pues sus manchas no son otra cosa
que la misma sombra de sus perseguidores
En estos poemas se juega también con diferente simbología sobre la muerte.
Para finalizar, Purgatorio contiene una serie de poemas cada vez más cortos, donde las palabras van desapareciendo para dar paso a caligramas y a diferentes dibujos (que parecen una reivindicación de las vanguardias de principios del siglo XX), como una serie de peces que me hacen pensar de nuevo en la simbología cristiana. Veamos uno de estos poemas:
LOS CAMPOS DEL DESVARÍO
N=1 La locura de mi obra
N= La locura de la locura de la locura de la
N
Y podemos encontrarnos con algunos versos más, insertados en gráficas médicas.
Al principio de la entrada escribí que la lectura de este libro me había resultado cuanto menos ambigua. La verdad es que un libro como éste, con todas sus connotaciones políticas, el arrojo y la valentía que representa por el momento en el que surge, es difícil leerlo sin un gran respeto previo. Pero también es cierto que, sin que me haya disgustado su lectura, habiéndome parecido un libro con un valor histórico importante, no he disfrutado del todo de él. Y creo que esto se debe a que la poesía –al menos para mí– requiere su momento preciso, y yo he llegado a este libro de una forma un tanto forzada (buscando un libro corto para leer mientras acabo el de los Cuentos completos de Onetti); y además no suele acabar de convencerme la poesía demasiado cifrada. Ya he escrito más de una vez en el blog que yo soy lector principalmente de prosa y que cuando leo poesía la que más suele gustarme es la de carácter más narrativo. Tampoco me suele gustar demasiado que los dibujos u otros elementos (gráficas médicas, fotocopias de un cuaderno escrito a mano…) sustituyan lo que entiendo como pura literatura: palabras sobre un papel. En realidad creo que a pesar de todo el halo místico que puede rodear a este libro, yo voy a disfrutar más del otro que compré en aquel recital al que acudí en la librería Iberoamericana, Cuadernos de guerra, porque los poemas son más largos y tienen un fuerte componente narrativo.