El viernes fui al Canal, a ver La Cenicienta, presentado por el Ballet Nacional de Cuba, que dirige la incombustible Alicia Alonso. El sábado, vi primero Llama un inspector, de Priestley, en La Latina, y después Traición, de Harold Pinter, en el Español. Y el domingo, dos piezas en Microteatro, Adentro y Yo te amo, antes de La Gaviota, de Chéjov, en el Lara. No puede haber mayor variedad; un ballet clásico, una obra de teatro británico de 1945 y otra de 1978, con montajes muy diferentes; dos piezas breves en un entorno muy singular, y una adaptación de uno de los textos fundamentales en la historia del teatro universal y ofrecida en un espacio particular.
De La Cenicienta escribí en abc.es (http://www.abc.es/20110924/cultura-teatros/abci-renovado-regreso-201109241706.html) pero puedo decir, en resumen, que me alegré de ver de nuevo al Ballet Nacional de Cuba y que me alegré también de ver buen ballet clásico en Madrid, algo que debería ser habitual pero que, desafortunadamente, es cada vez más difícil.
Llama un inspector es una de las obras más conocidas y representadas del excelente dramaturgo británico J. B. Priestley. José María Pou ha forrado de roble su propuesta, con una escenografía clásica, apabullante y magnífica. Su versión, en la que ha podado el texto hasta dejarlo en el tuétano, es clara, directa, subraya con maestría y sutileza los muchos aspectos político-sociales que tiene el inteligente y teatral texto, presentado a menudo como un simple policíaco; la interpretación es en líneas generales excelente, y Pou ha creado una magnífica función de teatro de toda la vida.
Perdonad la extensión de esta entrada, pero había mucho de lo que hablar...