Putas, alcohol y drogas a tutiplén

Por Expatxcojones

Foto de A.Matowsky. expatriadaxcojones.blogspot.com


No hace falta ser Sherlock Holmes. Una rápida vuelta por las zonas de ocio nocturno y es más que evidente. Tánger, Rabat, Casablanca, Marraquech,… en todas las ciudades hay chicas que se ganan la vida vendiendo su cuerpo. Es fácil reconocerlas porque visten de uniforme. Vestidos cortos, zapatos altos y kilos de maquillaje. Las putas marroquíes son famosas en los países árabes, me comentó un día una chica que lleva años trabajando en Siria y se ha movido por Oriente Próximo. No tenía ni idea. Lo que sí puedo decir es que en Tánger las hay y no son pocas. Una amiga se encontró con algunas de ellas en la peluquería. Era un viernes por la tarde. Ella entró sin saber que aquel lugar estaba especializada en embellecer a las sirenas de la noche. Mientras le cortaban elpelo, vio como las peinaban, les hacían la manicura e incluso como se mostraban unas a otras los trapitos que iban a estrenar por la noche. Yo misma hablé un día con una. Fue en el 555, la discoteca de moda. Tenía diecisiete años y era de Casablanca. Sin padres que la ayudaran, se encargaba de sacar adelante a sus tres hermanos pequeños. Si tengo suerte, en una noche puedo ganar unos dos cientos euros, me dijo. Otras me voy a casa sin nada.
Si quieres sus servicios ni tan siquiera has de esforzarte demasiado. Es fácil dar con ellas en los hoteles de la playa. Si no las encuentras en el piano bar, el recepcionista te da su contacto o el botones su teléfono. Así de fácil. Así de rápido. Las discotecas de la zona son, en realidad, prostíbulos camuflados. Hay luces, música y gente bailando. Hasta aquí todo normal. Después, están las chicas y los clientes. La mayoría, europeos. Muchos franceses y españoles. También, autóctonos.
Entre los expatriados he conocido a varios que tenían “amigas” fijas. No les pagaban por servicio pero a cambio de su compañía, eran recompensadas con alguna “ayuda”. Ya sea para los medicamentos de la madre que está enferma, la manutención de los hijos o las clases de formación en algún centro de estética. También he oído historias de orgías y hombres a los que han robado en su propia casa después de una noche de desmadre. Esta es una ciudad pequeña. Todo se acaba sabiendo.
La mayoría de las chicas son de fuera, me explica una activista que desde hace años trabaja para mejorar las condiciones de este colectivo. Algunas huyen de hogares desestructurados, a otras las han repudiado sus propios familiares o simplemente han sido abandonados después de la muerte de uno de los padres o el divorcio entre ambos. Ser mujer en Marruecos no es fácil. Esta es una cultura machista. Si además de mujer eres pobres, estás doblemente jodida. Analfabeta, sin formación, con cargas familiares... O mendigas o trabajas como una esclava limpiando en las casas. Doce horas cada día, seis días a la semana a cambio de 150 euros mensuales. Si no, puta. No es una opción. Es la única salida. Y esto lo saben los chulos y de eso se aprovechan los extranjeros. Los marroquíes, callan. Si no se habla, no existe. Como la homosexualidad, el sida o la pederastia.
Pero alguien lo ha hecho y se ha liado parda. Se llama Nabil Ayouch y es cineasta. Su película Much Loved cuenta la historia de cuatro prostitutas que viven y trabajan en Marraquech, la meca del turismo sexual. En el film salen putas, alcohol y drogas a tutiplén. Fiestas, orgías, homosexuales y travestis. Es ficción pero habla de la realidad. Tanto ha molestado la película que el Ministerio de Comunicación ha prohibido su estreno en Marruecos. El motivo: “el film es un ultraje a los valores morales, a la mujer marroquí y al país”.
Normalmente, los miembros de la “Comisión de visionado”, o digámoslo claro, los encargados de la censura, visionan el film y ante escenas subidas de tono tienen dos opciones: la primera, catalogarla para mayores de 16 años y la segunda, pedir al director que elimine dichas escenas. En esta ocasión no ha sido así. Una avanzadilla de la Comisión viajó hasta el Festival de Canes, donde se proyectaba la película, y decidió prohibirla directamente. Sin pasar el procedimiento. Pero era demasiado tarde. Algunos de los fragmentos han circulado por internet y han saltado las chispas. Imanes predicando en contra del film en las mezquitas, denuncias anónimas al director y amenazas de muerte a la protagonista. Para mí lo más inquietante es la página de Facebook que lleva por título: Todos por la ejecución del director y la protagonista de Much Loved. En pocos días, ha conseguido miles de “me gusta” y un sinfín de comentarios despectivos.
Pero no todo son críticas. También hay esperanza. En el portal digital Yabiladi Mohammed Ezzouak, ha escrito lo siguiente: “He aquí una idea para la próxima película de Nabil Ayouch, la hipocresía XXI, presente en todas las capas de nuestra sociedad. El casting será fácil, somos 34 millones los que aspiramos a un papel".
La película y su posterior prohibición ha levantado tanto barullo que una cosa está clara. Si antes, en Marruecos, había quien desconocía la existencia de la prostitución, ahora no queda nadie que no sepa de ella. Por algo se empieza…