Los fundadores de Naciones Unidas se dieron cuenta de que las decisiones que afectan a la guerra y a la paz deben tomarse solamente por consenso y, con el permiso de Estados Unidos, el derecho de veto de los miembros permanentes del Consejo de
Seguridad está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas. La profunda sabiduría de esto ha apuntalado la estabilidad de las relaciones internacionales desde hace décadas.
Nadie quiere que las Naciones Unidas corra la suerte de la Liga de las Naciones, que se derrumbó porque carecía de influencia real. Esto es posible si los países influyentes eluden las Naciones Unidas y toman una acción militar sin autorización del Consejo de Seguridad.
El posible ataque de Estados Unidos contra Siria, pese a la fuerte oposición de muchos países y de los principales líderes políticos y religiosos, incluido el Papa, dará lugar a más víctimas inocentes y a una escalada, extendiendo el conflicto más allá de las fronteras de Siria. Un ataque aumentaría la violencia y desencadenaría una nueva ola de terrorismo. Podría socavar los esfuerzos multilaterales para resolver el problema llama nuclear de Irán y el conflicto palestino-israelí y desestabilizar aún más Oriente Medio y el Norte de África. Podría romper el equilibro del sistema del derecho internacional y el orden. Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana.