Qatar ’95: No todo lo que brilla es oro

Publicado el 27 marzo 2012 por Marianofusco

La soberbia definición de Panchito Guerrero por sobre la humanidad de Fabio, el portero brasileño, liquidó un partido complicado para darle un nuevo torneo sub 20 a Argentina. De la mano de José Pekerman, los juveniles daban inicio a una era gloriosa y se encendía la ilusión. Los pibes ganaban y gustaban, y se presagiaba un futuro venturoso para la Selección mayor, ya que eran considerados verdaderas joyas. Sin embargo, no todo fue color de rosas para los campeones del mundo.

El autor del primer gol argentino en el torneo fue Andrés Garrone. Cuando el partido se moría, el delantero surgido de Rosario Central ingresó por Gustavo Lombardi y, a los 90 minutos de juego, hizo el gol de la victoria ante Países Bajos. El juvenil canalla estaba intentando asentarse en Primera, cosa que nunca pudo hacer, ya que se convirtió en un trotamundos del ascenso, con experiencias en Argentina, Colombia, Portugal e Italia.

Otro que murió en los clubes de ascenso fue Julio César Bayón. Tras debutar en Central, el prometedor mediocampista oriundo de Catamarca deambuló por clubes de la C y del Torneo Argentino, para recalar en ligas regionales, hasta que fue suspendido por cinco años por agredir a un menor en un partido de inferiores de la liga catamarqueña.

Lombardi, en tanto, dejó el fútbol a los 27 años, tras cosechar cinco títulos con River y pasar por las ligas española e inglesa. En su carrera no hizo ningún gol y en dos ocasiones fue citado para integrar la Selección mayor.

Una de las mayores promesas de esa camada fue el autor del gol que definió el partido final: Francisco Guerrero. Tras mostrarse en buena forma en Qatar, donde convirtió dos tantos, Panchito logró asentarse en la Primera de Independiente. Además, en 1998 salió campeón y goleador con la selección juvenil en el torneo Esperanzas de Toulon. Sin embargo, nunca terminó de explotar. En el Rojo, convirtió 26 goles en 127 partidos y, lesiones graves de por medio, se fue a probar suerte al fútbol suizo, donde consiguió dos títulos. Su carrera siguió en Estudiantes de La Plata, donde no tuvo continuidad, y Huracán de Tres Arroyos en el Nacional B, para luego ponerle el broche final con algunas temporadas en el ascenso suizo y en la liga de Chipre.

El de Joaquín Irigoytía es un caso paradigmático. En Qatar fue elegido como mejor arquero e integró el podio del Balón de Oro, que reconocía a los futbolistas más destacados del certamen. Sin embargo, el joven portero jamás pudo asentarse en el arco de River, tapado por Burgos y Bonano. Así, tras un fugaz y frustrado paso por España, recaló en Colón de Santa Fe, siguiendo con su derrotero en Cerro Porteño, Almagro, Lanús. Nunca pudo adueñarse de los tres palos y lograr continuidad, excepto en Aldosivi, última camiseta que vistió, donde tuvo una aceptable temporada en 2006. Ese año, decidió dejar el fútbol y se dedicó a la abogacía.

El autor del formidable pase que dejó sólo a Panchito Guerrero en la final era el canterano de Racing Carlos Arangio, quien, tras pasar sin pena ni gloria por la Primera del club de Avellaneda, deambuló por México, Chile, Brasil, Emiratos Árabes y Colombia. Ninguna camiseta le duró más de dos temporadas y terminó en el ascenso mexicano. Lo mismo sucedió con el recordado Leo Biagini. Alternó entre equipos de Argentina, España e Inglaterra, cosechando varios títulos, aunque sin destacarse.

Otro trotamundos fue Christian Chaparro, que, después de jugar en Ferro y Huracán, jugó en Chile, Ecuador, Guatemala, Bolivia y Colombia, sumando 13 equipos en 12 años de carrera. Cerca estuvo Cristian Díaz, quien llegó a 9 instituciones en sus 14 años como jugador de fútbol, gracias a su dilatada estadía en el fútbol español.

El resto de los jugadores del plantel gozó de carreras más prolíficas, aunque sólo Ariel Ibagaza, Federico Domínguez y Juan Pablo Sorín llegaron a tener alguna oportunidad en la Selección, siendo éste último el único de los campeones juveniles que llegó a jugar en una Copa del Mundo (jugó en 2002 y 2006).

Algunos siguieron dignas trayectorias en el país, con pocas incursiones en el exterior, como Sebastián Pena, Walter Coyette, Guillermo Larrosa y Diego Crosa. Mariano Juan, en tanto, se dio el lujo de jugar la Champions League con uno de los equipos más importantes del mundo –Ajax-, mientras que Gastón Pezzuti hoy es figura, ídolo y capitán de Atlético Nacional, de Colombia.

Queda claro, la mayoría de las joyas argentinas no llegaron a brillar y llegaron al techo de su carrera cuando recién daban sus primeros pasos como futbolistas, pero, de la mano de Pekerman, dieron inicio a una época dorada.