Qu’ils reposent en révolte

Publicado el 08 abril 2011 por María Bertoni

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Especial. Cobertura BAFICI 2011
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“A mitad de camino entre la vida y la muerte, entre el ser humano y el animal”. Así se define uno de los inmigrantes ilegales que Sylvain George filmó en el norte de Francia (el Nord-Pas-de-Calais) para Qu’ils reposent en révolte, documental -si hubiera que definirlo con una sola palabra- devastador. A este tipo de declaraciones se les suman imágenes igual de contundentes como la de afganos, libios, nigerianos sin papeles que tajean y queman las yemas de sus dedos para burlar el sistema de huellas digitales que la Unión Europea implementó en el marco de una política cada vez más expulsora.

Impresiona el trabajo del realizador francés que se tomó tres años para seguir el vía crucis de inmigrantes clandestinos cuyo sueño consiste en cruzar el Canal de la Mancha y radicarse en Inglaterra. Dónde duermen, qué comen, cómo se higienizan, de qué manera intentan colarse en camiones y barcos, en última instancia cómo sobreviven conforman las distintas aristas de un exhaustivo trabajo de campo en un sentido sociológico y antropológico.

Qu’ils reposent en révolte es una expresión de deseo contraria al “que descansen en paz”, un reconocimiento del espíritu rebelde que por ahora duerme pero que en cualquier momento puede despertar (“cada inmigrante es una bomba”, sostiene uno de los parias del siglo XXI).

El último segmento del largometraje insiste en este punto cuando filma la expulsión de los ocupantes del asentamiento “The jungle” a manos de las fuerzas de seguridad de la policía francesa o CRS (más de un espectador argentino recordará la represión ejercida en el Parque Indoamericano). Por otra parte, se convierte en cierre perfecto la escena final donde un inmigrante se recuesta en la cucheta de un refugio oficial y se cubre con una sábana blanca hasta la cabeza, como si estuviera muerto.

Qu’ils reposent en révolte sacude sin golpes bajos pero también sin piedad. Lamentablemente es el tipo de películas absolutamente necesarias (por su capacidad de concientización, por su compromiso con los desheredados de la tierra) pero que la gran mayoría prefiere evitar.