Dice el dicho que nunca segundas partes fueron buenas, especialmente cuando se trata de secuelas. Por eso, cuando se publico hace unas semanas la segunda entrega de QualityLand, miraba escéptico a la pila de pendientes, sobre todo por que la primera entrega era totalmente cerrada y no se planteaba como una serie en ese momento. Sin embargo, también se dice que hay excepciones que confirman la regla. Lo de QualityLand 2.0, puede ser en parte ese tipo de caso. Una vuelta en plena forma por el paródico mundo de ciencia ficción distópico elaborado por Mar-Uwe Kling, repleto de un montón de personajes extremadamente extraños, situaciones de lo más bizarras y una serie de predicciones del futuro que dan tanta risa como miedo de lo reales que parecen.
Recordando QualityLand, un mundo muy cercano
QualityLand nos presenta una ciudad con un sistema social distópico complejo, compuesto de androides, humanos, inteligencias artificiales y una vigilancia comercial omnipresente. QualityLand, ese maravilloso lugar donde los algoritmos deciden lo que uno quiere y que pareja le conviene, se rige por un sistema de niveles cercano al sistema de puntos digitales de la China actual, donde el ascenso y descenso de niveles otorga y quita habilidades o accesos a cada uno de sus habitantes. Sin embargo, al contrario que en China, el sistema de QualityLand no esta claro ni para sus mismos usuarios. No tienen muy claro como suben de niveles ni tampoco, por que los pierden. También, recordamos, es ese lugar donde cada persona lleva por apellido el oficio que desemplea en la comunidad o donde The Shop, la empresa número 1 en ventas, sabe lo que necesitas a cada momento. Todo en QualityLand funciona de forma perfecta y terrorífica a partes iguales, aunque la mayoría de veces, no lo parezca tanto.
QualityLand 2.0
Han pasado solo algunos meses desde los eventos finales de QualityLand. Peter Sinempleo trabaja ahora como terapeuta de máquinas con graves problemas psicológicos. Martyn Presidente trata desesperadamente de subir los niveles que ha perdido para acceder a una habilidad llamada Derecho al olvido, y así conseguir recuperar su posición social. Kiki vive agazapada de nuevo en la clandestinidad y se aprovecha de pequeños delitos digitales para sobrevivir. Sin embargo, todo gira en torno a que ha empezado a bucear en su propio pasado y se ha situado en el punto de mira de un despiadado asesino: el Titiritero, un temible androide controlado a distancia. El hilo conductor y central de este QualityLand 2.0 será Kiki tratando de desenmascarar la identidad del Titiritero, pero como siempre en QualityLand, millones de eventos e historias ocurrirán a su alrededor. Incluso, una Tercera Guerra Mundial.
Conversando con el futuro
Una vez más, Marc-Uwe Kling hace gala de su habilidad como monologuista incluyendo en QualityLand multitud de gags y momentos de puro humor, rebajando el nivel de terror y seriedad que puede provocar la sociedad ultracapitalista presentada. Al final, QualityLand 2.0 también se puede leer como una charla y diatriba sobre nuestra sociedad y el cambio climático, sobre la automatización de la sociedad, la digitalización de absolutamente todo y sus efectos en la población. Nadie que haya leído su primera entrega puede dudar lo que se va a encontrar aquí: tramas absurdas, anuncios publicitarios alocados, menciones de la cultura popular y eventos que parecen carecer de todo sentido. Sin embargo, por debajo de todo, en la escritura de Kling asoman enfoques filosóficos y teorías económicas que resultan de lo más actuales, como la macropolítica de Keynes, el neoliberalismo instalado como una religión y el uso masivo de la inteligencia artificial es pura realidad.
Todo se construye -otra vez- alrededor de bromas y parece menos profundo de lo que realmente es. Sin embargo, uno de las temas más importantes e interesantes en esta segunda entrega es uno que afecta fuerte al ser humano del siglo XXI: el trabajo significativo. La combinación de temas en las declaraciones, gags absurdos y diálogos parece absurda y superficial, pero si uno se pone a escarbar, puede ver como Kling solo trata de dar un vistazo sobre el mundo laboral, social y político a día de hoy, siempre desde una perspectiva satirizada. Como por ejemplo, una Tercera Guerra Mundial que se desata sin que nadie se entere ni se conozcan los motivos debido a la automatización de las armas. O las rupturas narrativas de los anuncios del podcast Dan y Dan que juegan con las publicidades de Instagram. Y también los títulos que cada capítulo, que funcionan como titulares sensacionalistas de puro clickbait. Todo en QualityLand 2.0 es de nuevo un juego exagerado que parece no tener sentido, pero que deja al lector algo en que pensar.
No tan redondo
Y aunque la lectura de QualityLand 2.0 ha sido de lo más disfrutable (más todavía en audiolibro, por que el trabajo de Jordi Brau es sensacional), no creo que sea un libro tan redondo como lo era su primera entrega. Quizás, por que la secuela a veces se sentía un poco demasiado similar a la precuela en alguna de sus historias, con excelentes parodias sobre el consumismo moderno, pero sin una trama tan potente como era la de Peter Sinempleo intentando devolver su vibrador rosa con forma de delfín. El punto de crítica radica sobre todo en el final de la historia, donde aunque resuelve todo lo planteado por Marc-Uwe Kling de una forma bastante justificable, puede sentirse un tanto banal y apurado para toda la miga que podría haber sacado. Una pequeña pega para una segunda entrega donde las risas y cierto temor sobre el futuro están un 99’9% asegurados si te gusto su predecesora.
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