Durante las obras de ampliación del metro en Londres, unos obreros encuentran un extraño objeto que creen que puede ser una bomba de la Segunda Guerra Mundial lanzada por los nazis. El ejército descubre que no es nada parecido y llama al profesor Quatermass (Andrew Keir), que junto con el doctor en paleontología Roney (James Donald) y su ayudante Barbara Judd (Barbara Shelley) intentaran explicar el enigma que se esconde tras el misterioso objeto.
Diez años después del rodaje de “Quatermass 2” (1957), los ejecutivos de la Hammer estrenarían la que sería la última parte de la trilogía del mítico científico llamado a combatir todo tipo de amenazas alienígenas. La verdad es que este proyecto había comenzado a gestarse seis años antes, pero diversos problemas terminaron retrasando su rodaje. En 1958, la BBC estrenó la serie “Quatermass and the Pit”, la cual era la tercera aventura televisiva del profesor Bernard Quatermass. Tres años después, algunos productores de la Hammer se acercaron al creador de la serie, Nigel Kneale, para llevar a cabo su adaptación cinematográfica, pero lamentablemente no pudieron encontrar a un estudio norteamericano que pudiese coproducir el film. La Columbia, que en más de una ocasión financió las producciones de la casa del martillo, no estaba muy satisfecha con los resultados comerciales de las últimas cintas de la Hammer, por lo que se rehusaron a financiar el costoso proyecto. En un intento desesperado por convencer a los ejecutivos de la Columbia, Anthony Hinds redujo el presupuesto a 180.000 libras esterlinas y además le pidió a Nigel Kneale que cambiara algunos elementos del guión. Para cuando Kneale terminó el guión, las conversaciones con la Columbia se habían enfriado, por lo que el proyecto se pospuso de forma indefinida.
Algún tiempo después, Anthony Nelson Keys tomó las riendas de la adaptación. Aunque pensó en el director Val Guest para dirigir la cinta, este no pudo aceptar la propuesta debido a que encontraba afinando los últimos detalles de “Casino Royale” (1966). Fue así como la dirección del film recayó en los hombros del veterano director británico Roy Ward Baker, marcando su primera incursión en la Hammer. Por otro lado, la elección del actor que encarnaría a Quatermass resultó ser todo un problema. Cuando los productores de la Hammer le aseguraron a Kneale que Brian Donlevy, quien había interpretado a Quatermass en los otros dos films del estudio, no iba a encarnar al profesor en esta ocasión (el actor jamás fue del gusto del escritor), no se imaginaron nunca lo problemático que resultaría encontrar a su reemplazante. James Carreras propuso al actor norteamericano Van Heflin y posteriormente a Kevin Finch. Durante los meses siguientes, también serían considerados los actores Kenneth More, Trevor Howard, Anthony Quayle y André Morell. Sin embargo, sería el actor escocés Andrew Keir quien finalmente se quedaría con el papel.
Mientras que las acciones de los personajes durante la primera mitad del film están guiadas por su deseo de averiguar el origen del objeto y que es lo que se encuentra en su interior, en la segunda mitad los protagonistas buscan desentrañar las implicancias de aquello que accidentalmente han liberado. La búsqueda de conocimiento por parte de Quatermass y sus asociados los lleva a formular teorías que integran algunos conceptos científicos, religiosos, existencialistas, mitológicos e incluso esotéricos. Es precisamente en el misterio que esconde el peculiar objeto que se concentra gran parte del interés de la historia. Debido a que los descubrimientos de Quatermass y sus colaboradores amenazan con destruir algunos axiomas de nuestra civilización, estos se ven enfrascados en una dura disputa con el coronel Bree y con el ministro de defensa británico, quienes prefieren creer en la absurda teoría de que el objeto no es más que un “artefacto de propaganda” creado por los alemanes durante la guerra, con el cual no buscaban otra cosa más que sembrar el caos entre sus enemigos. En gran medida las decisiones de las autoridades están guiadas por su miedo a lo desconocido y por su ego descontrolado que no acepta cuestionamientos. No son capaces de aceptar una realidad distinta a la que conocen, por lo que se aferran ferozmente a las creencias previamente establecidas.
La cinta se estrenó con bastante éxito en Inglaterra, lo que se repitió en los Estados Unidos donde llegó bajo el título de “Five Million Years to Earth”. Tanto Nigel Kneale como Roy Ward Baker quedaron completamente satisfechos con el resultado de la cinta, razón por la cual incluso surgió la idea de realizar una cuarta entrada en la saga, la que finalmente nunca se llevó a cabo. Curiosamente, algunos de los temas filosóficos que se aparecen en este film serían tratados posteriormente con mayor profundidad en la cinta de Stanley Kubrick, “2001: Space Odissey” (1968). Por otro lado, el apocalíptico final del film no sólo se muestra como el cierre perfecto de una historia absolutamente interesante y atrapante, sino que también nos invita a cuestionarnos acerca de la verdadera naturaleza del ser humano. “Quatermass and the Pit” presenta un discurso potencialmente controversial, el cual impactó fuertemente al público de la época. Afortunadamente, nos encontramos como una cinta que ha soportado de buena manera el paso del tiempo, y cuyas únicas falencias pueden encontrarse en la elaboración de algunos efectos especiales, los que de todas maneras no afectan mayormente la fuerza del relato. En definitiva, “Quatermass and the Pit” es un entretenido film de ciencia ficción, el cual probablemente puede ser identificado como uno de los mejores exponentes británicos del género, y sin duda como uno de los mejores films de la Hammer.
por Fantomas.