Qué baratos somos...

Por Negrevernis

Querido comentarista anónimo:
Sé que te molesta profundamente que haya gente como yo, sí, un ejemplo de mala profesionalidad, mala trabajadora, mala profesora. Mala estudiante, sin duda, ya que, a pesar de estar terminando una nueva carrera universitaria, no he debido ser capaz -según tú- de aprobar una oposición.
Sé que soy incómoda, sí. Posiblemente tú, que debes de ser amigo o amiga de los sindicatos, votante de algún partido político incapaz de sacar el país de la crisis económica, social, educativa y política, sí, tú, explicas mejor que yo la crisis de la Edad Media, analizas sin duda óptimamente las causas y consecuencias del texto de las 95 Tesis de Lutero, ayudas a hacer sin límite de tiempo el esquema general de la Prehistoria. Seguramente, sí, tú, en virtud de que trabajas en la escuela pública, dedicas más minutos de calidad a la corrección del ejercicio 27 de la p. 48 -ya sabes, ese que siempre se les atranca, el de la pirámide feudal. Tú, sin duda, tienes la solución y la palabra definitiva para arreglar el tema educativo.
Y digo yo, si tan valiente eres, ¿por qué no das la cara? O, mejor, ¿por qué no diste la cara hace ocho años o hace doce, cuando comenzó esta serie de reformas educativas que no han conducido a ninguna parte? Claro, es más fácil esconderse en el anonimato.
Por cierto, ¿sabías cuántos de sus sesudas señorías han estudiado en colegios concertados -por ende, religiosos? Uno de tus flamantes politicastros comunicaba hace unas semanas que se veía obligado a llevar a sus hijos al Colegio Británico -pobrecito- porque donde vive no hay colegios públicos bilingües. Qué curioso que haya siete en su misma ciudad...
Hace dos semanas escuchaba a una alumna del instituto de enfrente quejarse:
- Claro, claro, están luchando por nosotros, y por eso también nosotros hacemos huelga -les decía a sus amigas-. Pero, ¿quién nos va a explicar ahora los temas que han pasado por dados y que entrarán en la selectividad?
Estuve por decirle que cuando uno toma una decisión, debe asumir las consecuencias. Pero, querido comentarista anónimo: que se lo expliquen en su instituto.