Ese señor, del que todo el mundo habla, es el mismo que dijo que no se quejaría de la herencia recibida, pero acude al argumento de las deudas que otros han dejado (como si la comunidad Valenciana o el ayuntamiento de Madrid no hubiesen cavado con su pala este agujero) cada vez que su mediocre gestión política queda en evidencia. Es el que prometió, para obtener su voto, que no subiría los impuestos, que frenaría el desempleo y que no tocaría la sanidad ni la educación, y aposentado el trasero en la poltrona gubernamental, ha incrementado el IVA, los recibos de la luz y el gas, añadido un millón de parados más a las listas del INEM, instaurado el pago de tasas judiciales para que solo reclamen “los ricos”, condenado a muchos jóvenes sin educación universitaria porque no pueden pagársela y a miles de ciudadanos sin pruebas diagnósticas ni tratamientos adecuados para enfrentarse a sus enfermedades porque el personal sanitario ha recibido la consigna del “ahorro”, bajo la presión de la privatización de nuestros ambulatorios y hospitales.
Ese señor es el mismo que quería para España lo que Jaume Matas había hecho en Baleares, el que apoyaba a Camps por los cuatro puntos cardinales y facilitó que Bárcenas “blanquease” su dinero con la tan cacareada amnistía fiscal. Es el señor de los sobres, los que supuestamente se llevaba en “B” de su partido, y los que contenían nuestro futuro materializado en la papeleta de la “confianza” que ya no le otorga ni el 80% de los españoles. Ese es su salvador de la patria. Y ahora, que cada palo aguante su vela.