He estado pensando en otra de las cosas que me gusta de cumplir años: Que ya no espero nada de quien esperé en su momento.
Cuando eres joven vives creyendo que todo el mundo de tu alrededor es bueno y que nunca te dejarán tirada (yo al menos vivía en ese estado de confianza), pero luego, de repente pasa algo (alguna desgracia) y te ves sola y con los ojos abiertos de desesperación esperando la ayuda de la gente de tu alrededor. Y no llega. Porque cada uno va a lo suyo, cada uno tiene su vida y sus problemas, y sigues viviendo y aprendes que en esta vida todo lo que tienes es a ti misma y tu voluntad y tu fuerza.
Todo pasa y de todo se sale y si lo haces por ti misma más orgullosa estás de lo que has conseguido y más feliz puedes ser. Y tratas a las personas de las que tanto esperabas con el respeto mínimo que conlleva la educación y el haberles tenido (antes) cariño.
Hasta que pasa algo, lo que sea (normalmente algo que tiene que ver con el dinero o el egoísmo) y esas personas salen de la nada, y te llaman, te mensajean, ponen el interés que ya no esperas y que ya no necesitas. Y ya te da igual, porque eres mayor y has sobrevivido sin necesitar a nadie.
Que cada palo aguante su vela con dignidad (ya que no han tenido empatía y solidaridad) y a mi que me registren. Que yo no tengo nada que ver. Ya no.
Es que cada vez me gusta más tener la edad que tengo.
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