Que levante la mano el que no le haya hecho alguna vez esta pregunta (o similar) al amigo de turno (ése que entiende de cámaras) porque se quería comprar una nueva para ese viaje soñado que por fin ha llegado el momento de realizar.
Una situación bastante habitual para los que, como un servidor, tenemos alguna relación con este mundillo y que, como os podéis imaginar, no tiene una fácil respuesta. Aún así, vamos a tratar de contestarla a través de consejos para que os podáis ir de vacaciones llevando en la mochila la mejor opción con la que hacer esas fotos soñadas.
Para algunos la mejor cámara es la que uno tiene, y por eso se explica que en los lugares turísticos cada vez haya más gente que no se complica la vida y las fotos las hace con el móvil. Claro que también es muy típico ver miriadas de turistas con una réflex al cuello sin que parezcan tener mucha idea de cómo manejarlas (¿por qué este maldito flash no deja de levantarse sin que yo le haya dado a ningún botón?).
De hecho, algunas de las preguntas más comunes relacionados con este tema tienen que ver con si los móviles ya son mejores que una cámara “normalita” o si merece la pena cargar con equipos grandes y pesados cuando hay cámaras muy “pequeñitas” que hacen estupendas fotos. Y la respuesta es que…
Depende, todo depende
Parafraseando la canción de Jarabe de palo, lo que está claro es que la palabra clave es “depende”. Por eso, la primera cosa que tenemos que tener en cuenta es el destino que le vamos a dar a las fotos. Si nuestro principal leit motiv es compartirlas vía redes sociales y nos conformamos con tenerlas en el disco duro, verlas en pantalla y en ningún caso pretendemos obtener copias en papel más allá del clásico 10×15 nos sirve con el móvil y con casi cualquier cámara. Si tenemos pretensiones más elevadas necesitaremos un equipo mejor.
Para decidirnos debemos tener en cuenta una serie de cuestiones: Uso que vayamos a dar a las fotos, tamaño y peso del equipo, conocimientos propios sobre fotografía y presupuesto con que contemos
Otra cuestión a considerar, muy importante en los viajes, es el tema del tamaño y el peso. Si estás acostumbrado a viajar ligero una pesada réflex puede que te estorbe más que ayudarte, pero si no te importa lo que pese tu cámara se te abre un mayor abanico de posibilidades.
Otro tema que hay que tener en cuenta está relacionado con nuestros conocimientos en materia fotográfica. Aunque hoy por hoy prácticamente cualquier cámara tiene un modo automático que nos asegura buenos resultados en la mayoría de ocasiones, todos sabemos que sin tener ni idea del tema no le vamos a sacar partido a una cámara de esas que denominamos “avanzada”.
Por supuesto, si tenemos ya ciertos conocimientos probablemente nos importarán también otros temas como las prestaciones de cada modelo y el tipo de sensor que lleve. Pero en ese caso probablemente ya serás capaz de elegir por ti mismo el modelo más adecuado sin necesitar echar mano del amigo de turno.
Por último, no nos hemos olvidado, claro está, del tema del “cochino dinero”. Como podéis entender, si no tenemos el suficiente para comprar el modelo que consideremos ideal para nosotros tendremos que conformarnos con lo que nuestro bolsillo pueda alcanzar. Claro que siempre hay posibilidades donde elegir, chollos que localizar y estrategias como la de esperar a la bajada de precios que suele tener una cámara cuando el fabricante de turno presenta el modelo que la sustituye.
¿Me sirve con el móvil?
Como comentaba, esta es una de las preguntas estrella en los últimos tiempos. La mayoría nos hemos acostumbrado a hacer fotos con el móvil aprovechando sus interesantes ventajas, como su ligereza, que hace que siempre esté con nosotros, y el hecho de poder compartir las fotos de forma inmediata.
Pero la calidad que ofrece aún deja que desear y las “fotazas” que hace tienen truco ya que están optimizadas para verse de lujo en el terminal pero cuando se pasan al ordenador pierden mucho. Curiosamente además las fotos se ven mejor cuanto mejor es el móvil, porque normalmente la gama alta tiene las mejores pantallas con unas cualidades de brillo y contraste superior.
Cuando hace unos meses tuvimos la oportunidad de probar qué tal se portaba el Samsung Galaxy S7 Edge en las tomas nocturnas, ya comentamos que tiene una de las mejores cámaras que se hayan visto en un móvil, pero que no deja de ser un móvil con un sensor y unas lentes diminutas. Por tanto puede sustituir perfectamente una compacta sin muchas pretensiones, pero si buscamos dar un saltito de calidad quizá una de éstas sea mejor opción para los viajes.
Además, aunque sea matar dos pájaros de un tiro, los precios de los smartphone de gama alta (los que tienen las mejores cámaras) no es que sean precisamente baratos mientras que una compacta “decentita” se encuentra a partir de los 100 euros. Además, entre este tipo de cámaras hay opciones para elegir específicas para momentos veraniegos como puedan ser las cámaras sumergibles, por ejemplo la Fujifilm XP90 que probamos hace muy poco.
Dando un pasito más
Si queremos algo que nos ofrezca mayor calidad que un móvil o una compacta básica tenemos otras opciones que suponen un pequeño paso. Por ejemplo las compactas avanzadas, que en los últimos años han venido cobrando protagonismo. Así, hemos podido ver cómo se multiplicaban los modelos diseñados para fotógrafos que desean ir ligeros pero sin perder las prestaciones de un modelo de gama alta.
Las hay que apuestan por incorporar un sensor más grande de lo normal, como el caso de la Canon G7 X Mark II, y otras que optan por montar lentes más luminosas, como la Lumix LX100. Dos de las características que suelen caracterizar a este tipo de modelos ideales por reunir un tamaño compacto, comodidad y versatilidad para quien quiera una cámara discreta pero muy capaz.
Por si esto fuera poco, incluyen posibilidades de control manual, graban en formato RAW y ofrecen una calidad de imagen destacable para su pequeño tamaño. Eso sí, aunque las hay con sensor Full frame como la Sony RX1 (casi una categoría aparte por su elevadísimo precio), por supuesto no son la mejor opción para quien busque la máxima calidad de imagen, pero sí una muy buena para los viajes.
La compactas avanzadas ofrecen tamaño reducido, comodidad y versatilidad para quien quiera una cámara discreta pero capaz
Otra posibilidad para dar un pasito adelante son las cámaras bridge, que reúnen unas características similares a las anteriores pero normalmente son un poco más grandes y pesadas. Hasta hace unos años, cuando las compactas avanzadas no estaban aún de moda, apenas tenían competencia como modelos intermedios entre las compactas y las réflex, pero hoy día con aquéllas y las cámaras sin espejo las cosas se les han complicado.
En cualquier caso, las bridge ofrecen la típica versatilidad del “todo en uno” para el fotógrafo que no quiera preocuparse de nada en sus viajes despuntado además en su punto fuerte: el zoom. Y es que normalmente este tipo de cámara suelen montar lentes con grandes relaciones de variación de la distancia focal, algo que suele gustar mucho a los usuarios más novatos.
Es el caso por ejemplo de la Sony RX10 III que probamos hace muy poco y que ofrece un zoom de nada menos que 24-600 mm. Claro que esta cámara sería un representante de los modelos más avanzados dentro de las bridge, con un peso que supera el kilo y un cuerpo que es casi casi una réflex. Si queremos algo más ligerito para viajar, podemos echar mano de modelos más modestos como por ejemplo la Canon PowerShot SX60 HS.
¿Y si quiero algo más profesional?
Si aún así nada de lo que te hemos contado te convence y quieres aún algo más, entramos por fin en el apartado de los modelos más avanzados. Es decir, llegamos al terreno de las réflex y las cámaras sin espejo, aunque muchas compactas avanzadas también puedan entrar en este terreno por sus destacadas características (como la Sony con sensor FF que mencionábamos).
Por supuesto dentro de estas gamas de cámaras hay muchos niveles (con diferentes tipos de sensores y muchas otras diferencias), pero lo normal es que los que te preguntan qué comprarse siempre se refieren a los modelos más asequibles, como es el caso de la Canon EOS 1300D.
Ese viaje que llevas años planeando puede ser la excusa para comprarte esa cámara soñada que, lamentablemente, no vas a saber manejar y te va a estorbar más de lo que imaginas
La pregunta en este caso suele ser ¿merece la pena comprarse una réflex? Una cuestión muy frecuente desde que hace unos años se pueden conseguir modelos desde los 300 euros. Aquí parece que lo que más pesa es el refrán ése que dice “burro grande, ande o no ande”, que en el caso de las cámaras se podría traducir como “ya que me voy a dejar los cuartos que sea en algo que luzca”, y que suele aplicarse bastante bien al consumidor español.
Cuando te hacen esta pregunta lo primero que se suele hacer es tratar de averiguar hasta donde llegan sus conocimientos y después, normalmente, hacerle ver que quizá una réflex no sea lo más adecuado para él. Suele tratarse de usuarios sin mucha idea que aprovechan ese viaje que llevan años planeando para comprarse “el camarón” con el que siempre han soñado y que ahora ven accesible (y quizá pueden camuflar el gasto dentro del presupuesto del viaje). El tema es que comprarse toda una DSLR supone afrontar dos retos básicamente: la complejidad y el tamaño.
Respecto a lo primero, ya hemos dicho que en automático normalmente estas cámaras dan buenos resultados, pero cuando las cosas se complican (interiores con muy poca luz, fotos nocturnas…) seguramente el orgulloso propietario se frustre al ver que las fotos salen peor que con el flamante móvil último modelo de su cuñado (al menos en la previsualización de pantalla). Y claro, lo mismo ponerse a estudiar qué es el diafragma y la velocidad de obturación como que le viene grande y la cámara acaba en un cajón (uno grande, eso sí).
Por otro lado, el nuevo fotógrafo tendrá que cargar con una cámara mucho más grande y pesada que lo que normalmente estaba acostumbrado a llevar. Y aunque ir con un llamativo bolso fotográfico colgado del hombro a todas partes puede parecer chulo al principio, os aseguramos que con el tiempo se hace pesado (más si en el kit que se ha comprado entra algún objetivo extra y otros accesorios).
La alternativa, evidentemente, es una cámara sin espejo, osea lo que también conocemos como CSC o Evil. Este tipo de modelos con lentes intercambiables pero con visores electrónicos en vez de visores réflex ofrecen calidades equivalentes a las DSLR (sobre todo si hablamos réflex de iniciación) pero en un tamaño y peso significativamente menor.
Cómo no, aquí también hay modelos más o menos avanzados, desde una sin espejo más o menos sencilla como la Canon EOS M10, una algo más avanzada como la Panasonic Lumix GX80, o un modelo ya de tipo profesional como la Fujifilm X-Pro2. La elección de un modelo u otro debería depender de nuestros conocimientos fotográficos y, sobre todo, del precio que estemos dispuestos a gastarnos.
Y es que, hoy por hoy, junto con las compactas avanzadas, las sin espejo parecen la mejor opción para la fotografía de viajes, porque tienen toda la versatilidad y calidad de imagen de un modelo avanzado pero en un tamaño reducido. El gran inconveniente de momento sigue siendo el precio, que las hace inalcanzables para muchos bolsillos, ya que los nuevos modelos es raro que bajen de los 600 euros y muchos se encuentran por encima de la barrera de los 1.000 euros.
Hay que tener en cuenta que se trata de una tecnología relativamente reciente y que aún se está amortizando la inversión. Además, ya se sabe que hacer las cosas más pequeñas suele ser más caro, y está claro que fabricar unos sistemas que dan la misma calidad que las réflex en tamaño mini no debe ser barato.
Conclusiones
Así que ya sabéis, si os encontráis en la tesitura de elegir qué cámara compraros para iros de viaje ya sabéis las claves a manejar: Uso que vayamos a dar a las fotos, tamaño y peso del equipo, conocimientos propios sobre fotografía y presupuesto con que contemos.
Una vez tomadas las decisiones según te hemos contado, el mejor consejo es ir a una tienda y coger en la mano los distintos modelos que estés sopesando
A partir de aquí tendréis que valorar el peso de cada uno de estos parámetros y decidir, de entre los segmentos que os hemos indicado qué tipo de cámara elegir. Luego ya será cuestión de mirar tiendas online y físicas (lo mejor, una combinación de ambas) y tratar de localizar un modelo concreto que nos guste y nos entre en presupuesto.
Por cierto, otra de las preguntas que más se repiten se refieren directamente a si es mejor el modelo X que el modelo Y. La respuesta es que no se empeñen, que todo es relativo. El consejo que suelo dar en estos casos es que antes de comprar nada cojan las cámaras en las manos para ver qué tal se sienten con ella. Luego, según su presupuesto y demás, que elijan lo que quieran, que tratándose de cámaras de marcas reconocidas y de gamas similares, ninguna le va a servir para hacer mejores fotos que la otra.
En Xataka Foto | 31 errores habituales en fotografía de viajes y cómo evitarlos
Nota: Las cámaras mencionadas han sido elegidas de entre los últimos modelos analizados en Xataka Foto.
Foto de portada | Georgie Pauwels
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La noticia
¿Qué cámara es mejor para llevarme de viaje? Consejos para elegir el modelo apropiado
fue publicada originalmente en
Xataka Foto
por
Óscar Condés
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