La civilización terrestre se ha desarrollado con sólo una especie humana. Pero podía haber sido de otro modo. Hasta hace unos 40.000 años, un parpadeo en tiempo geológico, al menos otro pariente próximo compartía este planeta con nosotros. Eran los neandertales, nativos euroasiáticos hoy resarcidos de su imagen de brutos gracias a los hallazgos científicos, que los han redescubierto como una especie muy parecida a la nuestra en múltiples aspectos. Pero hay algo que seguimos sin saber sobre ellos, y es por qué ya no están con nosotros.Conocemos a los neandertales desde el siglo XIX, pero durante décadas pasaron por ser una especie primitiva, justamente extinguida frente a la superioridad intelectual de los sapiens. Los signos de canibalismo hallados en 1899 en Krapina (Croacia) afianzaron su imagen de bárbaros salvajes. Desde entonces ha transcurrido mucho tiempo y se han desenterrado muchas pruebas que han lavado la cara al pueblo neandertal. Como nosotros, fabricaban herramientas, se vestían, controlaban el fuego y enterraban a sus muertos. Poseían la misma variante que nosotros del gen FOXP2, esencial para el lenguaje, por lo que probablemente hablaban. Tal vez pintaban y grababan en las paredes de las cuevas. Y en cuanto al canibalismo, no sólo los sapiens también lo hemos practicado, sino que incluso es posible que algunos neandertales fueran devorados por nuestros antepasados.
La capacidad de organización pudo ser clave
En años recientes ha venido a sumarse una nueva teoría. Varios indicios, tanto anatómicos como arqueológicos, apuntan a la posibilidad de que los neandertales tuvieran menor capacidad de organización social que los sapiens, lo que los habría hecho más vulnerables en tiempos de escasez. En 2014, un análisis de genomas neandertales dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y publicado en la revista PNAS reveló que nuestros parientes tenían una baja diversidad genética y que vivían en grupos pequeños y aislados. En comparación con los sapiens, los neandertales poseían menor variedad en ciertos genes relacionados con el comportamiento, en concreto con rasgos como la hiperactividad y la agresividad.¿Podrían estas diferencias genéticas explicar un distinto comportamiento que hubiera perjudicado la supervivencia de los neandertales? El coautor principal del estudio, Sergi Castellano, se muestra rotundamente cauto: “Desconocemos el efecto fenotípico de estas variantes genéticas, así que no apoyan ninguna teoría ligada al comportamiento”, dice a OpenMind. La dificultad, agrega, estriba en inferir rasgos de conducta a partir de los genes. Según el investigador, actualmente se trabaja en esta línea introduciendo las variantes de neandertales y sapiens por separado en ratones, “pero se necesitan años de experimentos” para llegar a alguna conclusión, subraya.
Sin pruebas concluyentes
A la hipótesis de la socialización aún le queda mucho camino por recorrer, si es que antes no llegan nuevas pruebas que la invaliden. El pasado mayo, investigadores franceses y belgas publicaban en la revista Nature el hallazgo en la cueva de Bruniquel, al suroeste de Francia, de un conjunto de grandes círculos construidos con pedazos de estalagmitas. Con unos 176.000 años de edad, estos anillos de piedra atribuidos a los neandertales se cuentan entre los ejemplos más antiguos de construcción humana. Los autores del estudio escribían: “Nuestros resultados sugieren que el grupo neandertal responsable de estas construcciones tenía un nivel de organización social más complejo que lo asumido hasta ahora para esta especie”.El coautor principal del estudio, Jacques Jaubert, de la Universidad de Burdeos (Francia), señala a OpenMind que en su opinión no hay motivo para imaginar grandes diferencias en el modo de vida entre los neandertales y los humanos modernos que vivieron en el mismo período, aunque ambos grupos cambiaran a lo largo del tiempo. En cualquier caso, Jaubert subraya que los círculos de Bruniquel, construidos 120.000 años antes de la extinción de los neandertales, son demasiado antiguos como para arrojar alguna luz sobre la cuestión.“Ciertamente, no hay una única razón que causó la extinción de los neandertales”, concluye Jaubert. Nada parece indicar que este misterio prehistórico vaya a resolverse pronto. Sin embargo, para Geher hay otra interpretación del asunto. Y es que, dado que miles de millones de humanos llevamos herencia neandertal latiendo en nuestros genes, en cierto modo aún están presentes, lo que lleva al psicólogo a parafrasear a Mark Twain: “Yo diría que la noticia de la extinción de los neandertales ha sido tremendamente exagerada”.Javier Yanes para Ventana al Conocimiento
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