Cuando das un poco de cuerda a la conversación y muestras verdadera atención e interés por el interlocutor, sale a la luz esa afición oculta, ese deseo no realizado, esa frustración por no haber llevado algo adelante o el miedo paralizante que bloquea. Todos tenemos proyectos aparcados, yo el primero. Es normal. Cada cosa a su tiempo, en el momento adecuado. Pero me he encontrado en muchos casos, que lo que está detrás de esa inacción es la frase: “Tú no puedes hacer eso” o peor aún, “No vales para eso”.A veces incluso no se utiliza ni la frase. Recibes una sonrisa de circunstancia, un gesto de desaprobación que se traduce de inmediato en: ¡Madre mía, ¿cómo se me habrá ocurrido a mí dedicarme a esta tontería? Y el resultado más que posible es el abandono del proyecto. Pongamos el caso de la escritura (aún sabiendo las ventajas de escribir que tratamos en el post anterior) pero sirve cualquier otro ejemplo. Cuando alguien comenta que quiere escribir, le piden que sea Cervantes, o Shakespeare, o Cela desde el minuto cero. O todo o nada. Desde ya. Porque si no lo haces así, el ánimo que esperas, se convierte en palabras o gestos de desánimo. Incluso conozco algún caso en el que lo que se esconde detrás es “Si yo no puedo, tú tampoco”. Reconozco que me enfada mucho cuando veo la tristeza que este tipo de censura ocasiona en el otro. En ese momento, si pillara al cafre que ha sido capaz de hundirle de manera tan sibilina, seguramente me oiría más de una voz fuerte.Porque detrás de estos “animadores” se esconde un afán dominador, un miedo horroroso al progreso del otro, un pánico terrible al cambio o un complejo enorme de inferioridad. Así que, cuando alguien nos de la confianza, se atreva a contarnos sus proyectos, regalémosle unas palabras de ánimo, seamos empáticoscon él. ¿Cómo te gustaría a ti que se comportaran cuando presentas tu proyecto?
Cuando das un poco de cuerda a la conversación y muestras verdadera atención e interés por el interlocutor, sale a la luz esa afición oculta, ese deseo no realizado, esa frustración por no haber llevado algo adelante o el miedo paralizante que bloquea. Todos tenemos proyectos aparcados, yo el primero. Es normal. Cada cosa a su tiempo, en el momento adecuado. Pero me he encontrado en muchos casos, que lo que está detrás de esa inacción es la frase: “Tú no puedes hacer eso” o peor aún, “No vales para eso”.A veces incluso no se utiliza ni la frase. Recibes una sonrisa de circunstancia, un gesto de desaprobación que se traduce de inmediato en: ¡Madre mía, ¿cómo se me habrá ocurrido a mí dedicarme a esta tontería? Y el resultado más que posible es el abandono del proyecto. Pongamos el caso de la escritura (aún sabiendo las ventajas de escribir que tratamos en el post anterior) pero sirve cualquier otro ejemplo. Cuando alguien comenta que quiere escribir, le piden que sea Cervantes, o Shakespeare, o Cela desde el minuto cero. O todo o nada. Desde ya. Porque si no lo haces así, el ánimo que esperas, se convierte en palabras o gestos de desánimo. Incluso conozco algún caso en el que lo que se esconde detrás es “Si yo no puedo, tú tampoco”. Reconozco que me enfada mucho cuando veo la tristeza que este tipo de censura ocasiona en el otro. En ese momento, si pillara al cafre que ha sido capaz de hundirle de manera tan sibilina, seguramente me oiría más de una voz fuerte.Porque detrás de estos “animadores” se esconde un afán dominador, un miedo horroroso al progreso del otro, un pánico terrible al cambio o un complejo enorme de inferioridad. Así que, cuando alguien nos de la confianza, se atreva a contarnos sus proyectos, regalémosle unas palabras de ánimo, seamos empáticoscon él. ¿Cómo te gustaría a ti que se comportaran cuando presentas tu proyecto?